Después de que Manuel se fue, ya no actué como antes. Salí del hospital tan pronto como pude moverme.
El doctor me dijo que debía quedarme para observación, así que me quedé. Una vez más, después de vivir algo tan fuerte, especialmente después de todo lo que pasó, me di cuenta de que nada es más importante que estar viva y sana. Comparado con eso, cualquier molestia que tenga es soportable.
Mi cuerpo, al final, ya no es el mismo de antes. Aunque me había despertado hace poco, pronto comencé a sentirme cansada otra vez y quería dormir. Gabriel notó mi cansancio.
—Si tienes sueño, duerme —me dijo.
El doctor dijo que necesitaba descansar, que, si descansaba bien, todo estaría bien. Me dijo que no me preocupara por nada, que él se quedaría vigilándome. Sus ojos, tan confiables, tenían algo mágico. No sé por qué, me sentía tranquila solo por tenerlo cerca. Miraba a ese niño que, en el pasado, no podía dormir solo ni con la luz prendida, ese pequeño y tímido Gabriel. Ahora, no solo hab