No me toques, Cesare

Aunque era muy tarde, no había nadie en la habitación en la que entró Cesare. ¿Dónde estaba Madson? No es que realmente tuviera derecho a regañarla teniendo en cuenta todo lo que le había hecho, pero ¿por qué no estaba una dama como ella en su cama en aquel momento?

Tenía el cuerpo lleno de la tensión, de la preocupación, pero la paranoia era lo que más le molestaba. Lo más terrible de todo era que no podía dejar de pensar que su mujer estaba recibiendo toda la atención que él no le había prestado durante su luna de miel porque estaba demasiado ocupado con su hermana.

Se sentó en el sillón y se martirizó durante mucho tiempo, hasta que no pudo aguantar más.

El hombre cogió su abrigo y lo tiró sobre el asiento del coche, sin molestarse siquiera en abrir la puerta del conductor para entrar porque prefería saltar por encima del descapotable. Arrancó el coche mientras echaba humo por la boca.

Sarah salió de la mansión envuelta en una sábana blanca. El viento soplaba muy fuerte aquella noc
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