Horas después...
—Deberías dejarme cargar a Mia, de seguro estas agotado— Insiste mientras caminamos hacia el elevador.
Niego y vuelvo a mirar lo tierna que se ve Mia durmiendo en mis brazos con su rostro apoyado en mi hombro —No pesa, además la despertaremos si te la paso. — Defiendo y por algún motivo que no entiendo, ella sonríe.
Una vez que ha llamado a elevador y ya estamos en este, ella presiona el piso del pent-house y se me queda mirando. —Es increíble lo bien que te llevas con ella, te adora. — Se explica sonriente y solo puedo sonreír con ella.
—No olvides que somos amigos. — Le recuerdo y ríe.
—¿Si sabes que no es necesario?, ¿no?— Me pregunta con un tono un tanto extraño y no comprendo porque esta así.
—¿De qué hablas?— Pregunto confundido.
Las puertas del