— Esposa mía, levántate — siento su aliento en mi cuello, sus manos pasan delicadamente por mi cintura y su cuerpo se pega a mi espalda.
— ¿Uhhh se siente tan bien? — le digo y él sonríe.
— No seas perezosa, tenemos muchas cosas para hacer — me deja un dulce beso en la mejilla, sentir su aliento y el calor de su cuerpo me encanta, adoro las mañanas cuando hace esto. Ahora solo tengo que convencerlo de quedarse en la cama un ratito más. Giro mi cara y lo beso.
— Un ratito más — le digo y Jacob sonríe, lo giro y lo aprisiono contra mí, mis manos se cierran en su cuello y mis pies se enredan entre los suyos, mi pecho se pega al de él y siento como mi pelvis hace presión contra la suya, lo besó con entrega, con ganas de convertirme en una sola con él que lleva sus manos a mi espalda y presiona con fuerza.
Mi pierna derecha se arrastra sobre la suya, Jacob me gira mientras se ríe.
— Eres malvada — me dice y presiona mi cuerpo contra las sábanas mientras vuelve a besarme.
—¿He ganado?