16. Mi pequeño monstruo

Thiago.

— ¿Cuántos dedos ves? — escucho la voz de Layla y algún pitido insistente de fondo.

Abro los ojos y la veo inclinada sobre mí, no sé si preocupada o divertida.

— Por ahora sólo veo el puño de Grillo… — respondo porque literalmente me lo está enseñando por encima de la cabeza de Layla.

— ¡Y lo vas a seguir viendo a menos que me expliques qué fueron todas esas babosadas que dijiste, cabrón! — sentencia.

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