Capítulo 2 Un Día De LLuvia

Tres días habían pasado desde que Mai estaba con ella, lo podía llevar al trabajo pues su presencia no se sentía en lo más mínimo, parecía que el perro la entendía mejor que los humanos.

Su hija había regresado del campamento con buenas ideas, era una buena chica, aunque a veces algo de rebeldía salia a flote, pero nada preocupante, pues era relacionado a quedarse en la banca de la iglesia relegada, y no unirse al grupo de actividades del domingo, había inculcado en Pamela la oración.

Pamela solía en su habitación cerrar la puerta al ver los días difíciles en que Calvin estaba molesto y decía esas palabras que lastimaban, Pamela se arrodillaba en su cama para decir algunas palabras que le dieran tranquilidad. Aunque su padre no era un hombre de golpes, o maltratarla con palabras obscenas, decía cosas que lograban bajarle su autoestima, hacerla ver fea, insegura, eso sí, resaltaba su inteligencia para luego decirle que era solo una zorra inteligente para leer libros y nada más.

Pamela tenía un cabello castaño claro, ojos cafés claros, piel trigueña, el cabello era como el de su madre, sus bucles se hacían solos. Era de un hermoso tono, tono que resaltaba ese par de ojos cafés claros y brillantes.

Esa noche mientras lavaba la loza de la cena, observó que tenía algo de jaqueca, esos últimos días sus dolores habían sido algo frecuentes, entre el trabajo, madrugar, su hija, Calvin, el hogar. Había sido demasiado, aunque en Pamela reconocía que su ayuda en las tareas de casa le hacían algo más llevadero los días.

Había solicitado dos días, pues contaba con vacaciones acumuladas, casi nunca las tomaba porque Calvin solo descansaba los días domingos, su rutina consistía en desayunar a las 7 en punto, leer su periódico, salir en bici, o ir a pescar, no la invitaba porque era su salida con los muchachos, André y Luca, sus dos amigos, Úrsula su prima venia después de la iglesia para charlar un poco, hacer algo en el horno, y tomar refresco, o vino en el patio de casa.

Ella puntualmente asistía los domingos al servicio de las 7 de la mañana, desde las seis ya estaba arreglada, dejaba desayuno, para luego tomar su bolso e ir al servicio, la hora y media era algo que le animaba en gran manera, era como lo que le llenaba el alma, ese día el sermón había sido enfocado a los matrimonios en crisis, “Esposos amen a sus esposas, y denle trato como a un vaso frágil” ¿Sería posible que Calvin algún día entendiera esas palabras?  Su intimidad era distante, siempre le decía que no sentía mayor deseo, además que ya las cosas estaban frías entre ellos. Sentía que Calvin no le había querido lo suficiente, la mejor manera de exponerlo era, no le amaba lo suficiente, en algunos instantes tenía alguna palabra para apreciar sus detalles porque ella los tenía para con él, cada oportunidad que se presentara, pero esperando nada a cambio, porque jamás llegó a esperar algo, amar a tu enemigo, esa lectura siempre le daba una amplia visión de la vida, los humanos eran dados a seguir una oscuridad, que buscar una luz.

Terminaba de limpiar el piso de la cocina para irse directo al baño, una ducha le sentaría bien esa noche, su cabello castaño caía debajo de sus hombros, un cabello sedoso y ondulado, con aroma a miel y flores.

Se despojaba de la ropa para entrar en la ducha, el agua la reconfortaba en ese momento, estuvo durante unos minutos, luego de secarse y colocarse su bata azul de seda ingresaba bajo las sábanas, ese día Calvin después de la cena, el café y la ducha, se había quedado profundamente dormido.

A medida que las horas pasaban sintió un pequeño dolor en su brazo izquierdo, se levantaba para buscar un vaso de agua, en la cocina el aire era fresco, la ventana había quedado abierta, en su rostro y cuello el sudor corría, tomando una servilleta de papel del dispensador que estaba sobre la alacena, se secaba el sudor, abrió la puerta de la cocina que daba al jardín, Mai estuvo ahí junto a ella en contados segundos.

-Vaya amiguito, eres rápido, mucho más que yo…no logramos aun comunicarnos con tu amo, pero estoy segura que habrá noticias, te echaré de menos Mai-. Tomaba agua en ese instante, una vez se sintió renovada, regresaba a la habitación, permitiendo que Mai se quedara en el tapete de la cocina, a un costado de la puerta de vidrio. Se sentía a gusto, y ella se percató enseguida.

Al ingresar en la habitación miró por unos largos minutos el rostro de Calvin, le era difícil al menos organizar sus pensamientos sobre lo que sentía en realidad por ella, quizás sería nada. O quizá sería algo vago que no pasaba a ser un mayor sentimiento.

Se sentía cansada, abrumada, agotada, últimamente las cosas iban en un salto al vacío, por suerte Pamela había llegado diferente del campamento, lo triste era que Calvin no hacia el menor esfuerzo por forjar un lazo con ella, crear un vínculo tan resistente que nada lo quebrara.

Su vida era como una corriente de olas que la empujaban de un lado a otro, mientras ella con fuerza remaba para no terminar en alta mar, a la derriba y perdida.

¿Cuántos sentimientos se necesitaban en la vida? No tenía la menor idea.

Terminó por dejarlas que todas salieran a través de sus ojos, estaba cansada, solo quería dormir y no despertar nunca más.

Dormir, como se notaba que tenía tiempo sin dormir en paz.

Eran las cinco cuando el reloj sonaba, lo apagó rápidamente, se regaló uno minutos más en la cama, había solicitado dos días para descansar, y aun así no creía que fueran suficientes, intentaría ir a mirar algún paisaje, caminar con Mai, e irse en su auto a unos kilómetros de allí, para sencillamente respirar un aire libre de toda la toxicidad.

Salió de su cómoda cama para irse al baño, darse un baño, vestirse y usar sus zapatos blancos deportivos, eran la comodidad calzada en sus pies, se ataba su cabello con una cinta, luego hizo el café, tomó los huevos para batirlos, alistaba el pan, el arroz había quedado listo desde la noche anterior, las verduras estaban en la vaporera, mirando la bandeja de carnes, escogía una carne en trozos para prepararla, mientras las verduras se cocían, sirvió una buena taza de café,

Fue al jardín a colocarle agua a sus plantas,

Mai dormía abrigado en el gran tapete acolchado y felpado. Se sentía a gusto porque a ella le parecía que sonreía.

Tomaba la ropa de las habitaciones y la colocaba en la lavadora, dejaría todo en orden, después del desayuno se vería con su amiga Edna, eran amigas desde los doce años, y aunque Edna se había mudado antes que ella a Texas, continuaron su amistad, se escribían largas cartas, y hablaban por horas. Edna se había mudado a Victoria Texas, tan solo tres años atrás, trabajaba en una tienda de víveres que había terminado comprando, su sobrino y ella eran socios, el chico era responsable, se había independizado, se preparaba para ingresar en la universidad, pero cada vez que tenía tiempo y espacio pasaba los fines de semana en casa con Edna.

Varias veces Edna le propuso a Madelin que fuera a trabajar con ella, le dejaría el turno de la mañana y así podría salir a las dos, era una gran tienda, y siempre estaba al tope, todo lo que imaginaras lo encontrabas allí.

Pero solo quedaban dos años para completar su tiempo en la estafeta, aún era una mujer joven, apenas contaba con 38 años, recién cumplidos, se había casado a los 18, entonces Calvin era un detallista enamorado y romántico, luego de intentar por dos largos años, pudo tener a su hija, se habían hecho novios a los 16, y dos años después tomaron su decisión de ir al altar.

Edna se casó con el mejor amigo de Calvin, Kevin era diferente, su vida familiar giraba en torno a su esposa, la iglesia, paseos, y viajar cada vez que podían, no tenían hijos. Una oportunidad le había surgido en Houston, trabajaba en una empresa, era el director ejecutivo, por eso solía ir y venir, pero no le molestaba, los horarios eran cómodos, y el salario era bueno, se tomaba cada quince días, tres de descanso, iba a la oficina de Calvin para platicar, tomar un café, o ir a cenar a casa con Edna.

Las verduras estaban listas en su punto, preparó todo de manera que dio una última mirada y cerraba con cuidado cada recipiente, el timbre sonaba, era Calvin que siempre colocaba la alarma para desayunar mientras leía su apreciado y amado periódico,

-Calvin esta noche podríamos ir a cine, creo que hace tiempo no lo hacemos, hay una película de acción, otra de romance, puedes elegir la que gustes-.

-No tengo tiempo para ir a cine, trabajo Madelin, creo que no te das cuenta que compre una vieja casa, y la estoy remodelando, para ahorrar en algunos costos, decidí hacer la parte eléctrica-.

Calvin era bueno en todo lo relacionado a electricidad, había estudiado para ello.

-Entonces, haré algo delicioso para esta noche-.

-Lo que hagas estará bien, además no estanos festejando nada en particular, por mí un buen sándwich de pollo con queso seria perfecto-.

Le miró ahora por unos minutos, su periódico descansaba unos minutos.

-Tenemos una buena suscripción al cable, tienes más de 100 canales, no creo que los vistes todos…y pregunto... ¿No trabajarás hoy? -.

-Es una pregunta muy buena la que formulas, tome dos días para descansar, me he sentido algo fatigada-.

-Toma vitaminas, en el baño hay varias que te sentarían bien, de hecho, las tomo y me siento muy bien, se las compre a Candela, trabaja con un buen laboratorio así que puedes tomarlas-.

-Que detalle de tu parte-.

-Me marcho, tengo un día con mucho trabajo, cuídate-.

Le dio un pequeño beso que paso rápido como el mismo aire.

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