Delilah miró a su alrededor a la espera de que en cualquier momento apareciera su suegra.
Estaba nerviosa porque comenzaba a darse cuenta que de esa mujer podía esperar cualquier cosa, pero su esposo parecía tranquilo a su lado.
Al igual que en el club, que la sujetara de la mano la hacía sentir segura y con ese dragón que tenía por suegra necesitaba de ese sentimiento.
—Pasa tú primero —escuchó que le decía Maximiliano y se colocó a su espalda mientras le daba un empujoncito para que pasara.
—Está bien —murmuró y al cruzar la puerta pudo ver que la pequeña sala estaba iluminada con velas.
La cena estaba servida sobre la mesa y solo había dos cubiertos.
Se suponía que cenarían los tres y allí solo había para dos personas.
Delilah se habría dado la vuelta si no hubiese sentido el cuerpo de su esposo detrás de ella.
Tan pegado a su espalda que por un instante su cabeza dejó de funcionar, hasta que escuchó el sonido de una cerradura al ser girada para cerrarse.
Se apartó de su esposo y m