Sophia lo miró en silencio, analizando sus palabras. No sabía si creerle o si simplemente Gabriel era un experto en decir lo que las personas querían escuchar.
—¿"Nuestro primer beso"? —repitió ella con una ceja arqueada—. ¿Te estás escuchando?
Gabriel sonrió con esa arrogancia tan suya.
—No estaría tan seguro si no notara cómo me miras cuando crees que no me doy cuenta.
Sophia bufó y negó con la cabeza.
—Por favor, Gabriel. Venías muy bien luego de haberme defendido de Thomas en la presentación de mi libro. No lo arruines ahora, ¿quieres? —murmuró, llevándose la botella de agua a los labios.
Gabriel soltó una leve risa.
—Puedo hacerlo mejor, y lo sabes.
Sophia lo observó por un momento más, como si intentara descifrarlo, pero estaba demasiado agotada para seguir con aquella conversación.
—Deberías irte —dijo al final, girándose hacia la cocina—. No tengo energía para seguir discutiendo contigo.
Gabriel no discutió. Solo asintió levemente y se encaminó hacia la puerta.
—Descansa, bruj