Pasé las dos horas que tuve que esperar por los resultados armando y desarmando mil escenarios en mi cabeza. Y cuando estaba a punto de salir corriendo, el médico regresó.
—Bien Rebecca. Estás embarazada. Por el conteo calculo que de unas siete semanas.
—No puede ser… —dije entre lágrimas. Él se acercó a mí y me palmeó la espalda tratando de reconfortarme.
—Tranquila pequeña. No es el fin del mundo. Tienes muchas opciones. Mira este folleto y pide una cita con la doctora Gallaham. Ella te orientará y ayudará. Pero debes comenzar a alimentarte mejor, estás un poco anémica.
—De acuerdo. Gracias.
—Debo decirle a tu madre, eres menor de edad.
—No, por favor… yo se lo diré.
—Lo siento, no puedo hacerlo.
—Por favor. Se lo diré yo. Solo dígale que est