—¿Estás completamente segura de querer esto? — desliza sus manos por mis caderas, guiándolas suavemente hacia mis piernas—. Tú...
—Si no lo quisiera, no estaría confiando en ti, Dylan — me acerco a su boca y dejo un beso en sus labios, otro en su barbilla y reparto otros más por su cuello.
—¿Confías en mí, a pesar de que yo no lo hice? — inquiere tembloroso y suelto una risita, acercando mis labios a su oreja.
—Así de masoquista soy. ¿Puedes creerlo?
Enreda su mano en mi pelo y me obliga a mirarlo a los ojos. Su mirada me abruma, es tan intensa y profunda. No sé lo qué está pensando de lo que estoy haciendo y, de cierto modo, me gustaría saberlo.
«¿Será que todavía no cree en mí?».
—¿Eres consciente de lo que vas a provocar si te entregas a mí, mamacita?
—No... pero quisiera saber lo que voy a provocar en alguien tan serio como tú.
—No soy un hombre serio.
—Lo eres y no voy a discutir contigo por eso — retomo mis besos por su cuello y su respiración se agita.
Lentamente desabrocho su