Lo veo levantarse de la cama y ponerse un preservativo sin dejar de recorrer mi desnudez con su mirada. No puedo creer que mi primera vez sea con él y en un escenario que nunca llegué a imaginar.
Los nervios se apoderan de mi ser en cuanto se acomoda en el medio de mis piernas, pero su beso me roba el aliento y borra de mi mente todo el miedo que me gobierna por un instante. Sus besos son muy suaves, tiernos y apasionados, son tan capaces de hacerme olvidar hasta el más mínimo temor que pueda existir en mi mente.
En medio de ese beso tan abrumador y suave, siento la punta de su pene en mi entrada y me tenso. Mi corazón late muy rápido y, aunque muero de ganas de sentirlo, es difícil no reaccionar ante lo que voy a experimentar por primera vez.
—Tranquila — susurra sobre mis labios, mirándome fijamente a los ojos—. Relájate.
—Es que... dame un segundo, ¿sí?
No quiero arruinarlo todo con nuestras ridículas discusiones, por esa razón respiro hondo, tratando de relajarme, pero me es impos