Tenía muchas ganas de llamarla y escuchar su voz, pero me contuve y solo me dediqué a contemplar su foto y su linda sonrisa. Fue Juan el que me sacó de mis pensamientos y de mi soledad al entrar en la habitación.
—¿Cómo te sientes? — mira la habitación con atención—. ¿Si estás cómodo? ¿Estás a gusto?
—¿Cómo no voy a estar a gusto en una habitación tan bonita y cómoda como esta? No tenían por qué tomarse tantas molestias conmigo.
—Ya, deja de hacerte que sabes bien que lo necesitas. Lo hacemos con todo el gusto y amor. Además, quiero que dejes de sentirte así de mal, aunque en tu lugar, no sabría cómo actuar.
Comprendo perfectamente a lo que se refiere, por lo que desvío la mirada y suspiro.
—Dale tiempo, no ha de ser fácil para ella asimilar todo esto.
—Es lo que estoy tratando de darle, pero siento que pudo haberse quedado conmigo... — bajo la mirada y una lágrima se desliza por mi mejilla.
—Eres una máquina, no tienes que llorar por algo tan irrelevante como eso. Si de verdad te amara, se hubiera quedado a tu lado siendo o no tú el culpable. Ahora bien, vamos a cenar para olvidar. Recuerda que mamá decía que una vez la barriga estuviera llena, el corazón se ponía contento — sonríe—. Evelyn preparó tus carnitas favoritas, ¿acaso la vas a dejar con la mesa servida?
—Por supuesto que no, ¿por quién me tomas? Dejar un plato servido sería muy despreciable y descortés de mi parte.
—Sabía que las carnitas que son tu debilidad, te subirían un poco los ánimos.
Sonrío, sintiéndome afortunado de tener un hermano que se preocupa tanto por mí. Que curioso, ¿no? Él que es el menor, está haciendo más de lo que debería por mí, cuando debería ser al contrario. Aún recuerdo cuando lo protegía en el colegio de todos los que se burlaban de él. Ahora comprendo lo bien que se siente tener quien te quiera y te proteja cuando sientes que el mundo te cae encima.
Salimos de la habitación y nos acercamos a la mesa juntos. Evelyn ya tenía todo preparado y servido. El olor a las carnitas asadas me recordó a mi infancia y a mis padres. Ese olor es delicioso e inigualable. Se ven que están muy ricas y jugosas.
—Juan me dijo que este era tu plato favorito e intenté recrearlo lo mejor que puede. Espero te gusten. Buen provecho.
—Mi amor, las carnitas asadas no tienen mayor ciencia. Lo único que debes hacer es ponerlas a la parrilla y agregarle la salsa ahumada — le pellizca la mejilla y ella sonríe.
—Tienes razón, mi amor, pero igual hay que saber cuándo ya están en su punto.
—Eso sí que es difícil de lograr. Incluso a mí aún se me dificulta que no se me queme la carne o quede cruda.
—¿Ves, osito? Tu hermano sí sabe de lo que hablo, en cambio tú qué vas a saber de cocina si ni te acercas a ella.
—Sabes que eso no es lo mío, princesa — la acerca a su boca y desvío la mirada ante ese beso de lengua que le roba.
—Juan, por favor — la escucho decir—. Tu hermano está mirando.
—¿Y qué? Yo también lo he visto un sinfín de veces besar a una mujer.
—Es incómodo... — susurra ella y me lleno la boca de carne, disfrutando ese sabor único de la carne ahumada y tratando de olvidar de todo a mi alrededor.
—¿Te incómoda que bese a mi esposa, grandulón?
—No — niego con la cabeza, tragando la carne—. Es tu esposa, tu casa. Puedes besarla las veces que quieras.
—No seas tímida, mi amor preciosa — vuelve a besarla una vez más y entierro la cabeza en el plato incómodo de que la bese frente a mí—. A Dorian no le interesa como dos esposos que se aman con todo su ser, se demuestren cariño a cualquier hora del día.
No me interesa, lo que me incómoda es que se coman la boca frente a un pobre como yo.
«Ay, mi Sara, ¿por qué te alejaste de mí? No te haces una idea de lo mucho que te extraño y te necesito».
Lo rico y jugoso de la carne me supo más amargo al pensar en las duras palabras de mi esposa.
Los días se fueron pasando demasiado lentos que hasta incluso se han convertido en una tortura. No he podido salir de la casa de mi hermano y, siendo honesto, las ganas las he perdido ya.Me he encerrado en mí y mis desgracias, excluyendo al resto de mi vida. Lo que menos quiero es llegar a herir a la persona equivocada por mi irritabilidad y mi odio hacia los demás. Ni Evelyn ni Juan son culpables, porque ellos más que nadie son los que me han ayudado y han estado para mí.Sara definitivamente no quiere saber nada de mí, incluso ya me hizo llegar el acta de divorcio a casa de mi hermano, pero una parte de mí, esa que la sigue amando como el primer día se niega a firmarlo y perderla para siempre. El hecho de que no me permita ver a mi hijo me tiene con las ganas por el suelo y la desolación corriendo por mi ser.Tiro los papeles a un lado de la cama y me acerco a la ventana a tomar un poco de aire, pero me detengo en seco al ver a Evelyn alegando con Juan frente a su auto. Ella parece
Tan pronto está la salsa, sirvo el pollo en el plato y llevo la salsa por encima de el. Las papas fritas y una ensalada de verdura es lo que lo acompaña. Espero que todo hay quedado en su punto y, aunque no es la gran cosa, lo he hecho con el corazón para demostrar lo agradecido que estoy no solo con mi hermano, sino también con Evelyn que me ha recibido con tanta amabilidad en su casa.—No se compara ni un poco a las comidas que tú haces, pero me parece que tiene un buen sabor — pongo los platos sobre la mesa y me siento al otro extremo de esta—. Buen provecho. —Muchas gracias, Dorian — recoge los cubiertos y da el primer bocado al pollo—. ¡Qué rico está! Debes darme la receta de esta salsa. —Es solo salsa de tomate y otras cosas más que encontré en la nevera... — me encojo de hombros y ríe. —Tendremos entonces que adivinar, ¿no? —Así es — rio junto a ella y pruebo el pollo—. Realmente sabe muy bien para ser la primera vez que hago una salsa a ciegas. —La cocina es arte, siempre
Tarde en la noche, llamo a mi hermano para que me lleve a mi casa a recuperar a mi esposa, pero su teléfono me manda directo al buzón de mensajes. No tolero más la idea de verla lejos de mí, por lo que de frente y sin importar todo lo que me diga en la cara, lo intentaré una vez más; por ella, por mí, por nuestra familia, pero, sobre todo, por nuestro hijo.Estaba entre la duda de ir o no a la habitación de mi hermano y mi cuñada para saber algo de Juan, pero siento tanta vergüenza con Evelyn tener que molestarla a tan altas horas de la noche. Aun así, mi matrimonio pende de un hilo, por lo que puedo pedirle prestado su auto, ¿no?Llamo a la puerta con algo de pena y decisión y ella no tarda en abrirme aun vestida y su teléfono en mano.—Espero no haber interrumpido tu sueño — es la primera excusa que me viene a la mente.—No te preocupes, estaba leyendo un poco en mi celular — lo sacude en el aire y sonríe con las muelas de atrás—. ¿Para qué soy buena, cuñado?—¿Sabes si Juan tarde e
Evelyn pone en marcha el auto y, como lo imaginaba, el oficial que me vigila, la detiene y le pregunta a dónde se dirige a esta hora de la noche.—Mi esposo me invitó a cenar y esta es la única hora libre con la que contamos para pasar tiempo juntos.—¿Le importa si reviso el auto, Sra. Montoya?—Adelante, no creo que un hombre tan grande como Dorian entre en el baúl o aquí debajo de mis piernas sin que lo vea, Oficial.¿Dónde quedó la chica tímida que conozco? No sabía que podía llegar a ser tan segura y sarcástica.«¿Esperen? ¿Dijo grande? ¿Acaso soy tan grande?».—Abra el maletero — le pide el Oficial y escucho la puerta abrirse de inmediato.El aire escasea en mis pulmones, el espacio aquí es muy reducido y cerrado. Trato de aguantar la respiración lo más que puedo, pero es muy difícil hacerlo sin que me sienta que voy a explotar en cualquier momento.Cuando escucho que se cierra la puerta del baúl me permito liberar poco a poco el aire acumulado en mis pulmones e incluso siento q
Cerré y abrí los ojos varias veces seguidas para borrar esa imagen delante de mí, pero esos dos cuerpos que abrazados dormían juntos seguían ahí, descansando plácidamente uno en los brazos del otro como si el resto del mundo les valiera tres reverendas hectáreas de mierda.Quise contenerme, realmente quería salir corriendo, devolver el tiempo y no haber tomado la estúpida decisión de venir sabiendo que ella ya no me quería aquí ni en pintura, claro, porque otro ya ocupaba el que por derecho era mi lugar. Siendo dominado por la decepción, la rabia, los celos y esa enfermiza necesidad de conocer las razones de su infidelidad, arranco las sábanas de sus cuerpos para darme cuenta de que la maldita víbora siempre me respiró en la nuca, lista para atacarme en la yugular y yo simplemente le permití entrar a nuestras vidas. —¡Sara! — grito, conteniendo las ganas de moler a golpes al que decía ser mi compañero y mejor amigo, ese maldito traidor que me tiró toda la culpa a mí cuando yo no f
—Vayamos a casa, ¿sí?Evelyn me hace entrar en el auto y, por más que me dé palabras de aliento, no encuentro el sosiego para disminuir este dolor que arrasa con todo por dentro.Tantos años a su lado, amándola y protegiéndola se han ido a la basura por un simple aventura. Desconozco a esa mujer que hasta hace poco lo era todo en mi vida.¿Será que Julián la podrá llenar tal cual lo hacía yo? ¿Será que con el sexo que él le brinda podrá sentirse igual de amada a como lo hacía yo? ¿Será que ese ratico de aventura podrá ser sincero, fiel y amoroso durante lo que reste de su vida?Me casé enamorado e ilusionado de tener una familia grande, bonita y unida tal cual la tuvieron mis padres antes de morir en ese trágico accidente. Pero ahora me encuentro más solo que nunca, con el corazón destrozado, las ilusiones pisoteadas y un maldito dolor en la pecho y la garganta que no me permite siquiera respirar debidamente.Aún no puedo creer que me hayan visto la cara durante dos malditos años. Aho
EVELYNDorian ha estado encerrado en su habitación durante muchos días. Por más que llame a su puerta y le pida que salga, aunque sea a comer, no lo hace. Su silencio me tiene muy preocupada y no es para menos, pues su corazón está destrozado tras la traición de su esposa. Quisiera hacer más por él, pero ni siquiera sé cómo subir sus ánimos cuando los míos han estado por los suelos.Juan tampoco ha parado en casa y ese hecho me tiene el doble de estresada. Ya no sé cómo lidiar con toda esta situación que me está superando.Lo llamo por encima vez y al fin agarra la llamada. No lo dejo que hable, cuando me adelanto a hacerlo yo.—¿Cuándo vas a regresar a casa?—Ya te dije que debo quedarme como mínimo una semana más.—Las cosas no están bien con tu hermano. ¿No has visto mis mensajes?—Ya los vi, pero no puedo hacer más de lo que trato de hacer. Dorian no responde mis llamadas ni mucho menos mis mensajes.—Me preocupa mucho que se haga daño y yo no me dé cuenta — suspiro frustrada—. Si
Una semana caótica, estresante y llena de lágrimas fue lo que viví antes de que Juan arrimara en casa. Antes cuando Dorian no vivía con nosotros, la soledad me consumía día y noche, pero ahora esa soledad se ha combinado con la tristeza y la pena de un desamor. Siento que Dorian me pegó su desdicha y por tal razón es que me he sentido más vulnerable y sensible.—¿Cómo está Dorian? — en lugar de saludarme, darme un beso en la boca o un simple abrazo, pregunta por su hermano.—Sigue estando encerrado en su habitación — trago ese nudo en mi garganta y lo ayudo a quitarse la corbata—. ¿Cómo te fue en el trabajo, mi amor?—Igual que siempre — su frialdad me rompe por dentro—. Iré a verlo.—Está bien...Se sale de mi agarre y se marcha de la habitación sin siquiera reparar en el atuendo que me puse especialmente para recibirlo.«De hecho, hace mucho dejó de halagar mi belleza».Trago ese amargo nudo que se forma en mi garganta y sacudo la cabeza de esos malos pensamientos. Me dije a mí mism