Se gira rápidamente y me aprisiona entre esos brazos tan fuertes y grandes, aproximando su rostro al mío con una mirada tan seductora y oscura, capaz de alborotar mis hormonas de por sí ya locas, no solo por su cercanía, sino por ese aroma tan varonil de su colonia.
—Alejarte de mí te sirvió, ¿eh? — susurra, rodeando mi cuello con una de sus manos y tiemblo—. Regresaste tan honesta y directa, pero decir que no me gusta, sería mentir descaradamente.
—Bueno, es mejor sacarlo todo y que no quede nada por dentro, ¿no crees?
—Depende la situación en la que nos encontremos — presiona su mano en mi nuca, uniendo nuestros labios y robando hasta el último de mis alientos en un beso demasiado intenso.
Es imposible que no se me aflojen los suspiros ante sus demandantes y posesivos besos. Mi cuerpo es tan liviano y él es tan capaz de levantarme como si nada en sus brazos.
Presionando mi espalda contra la pared, desciende sus labios por mi cuello, nublando mi mente y mis sentidos ante la suavidad