A nadie...
Me dejo envolver por sus palabras, por sus movimientos precisos, profundos y rápidos que con sus dedos realiza en mis adentros. Tengo un serio problema con sus dedos, a parte de que llenan ese vacío que siempre sentí.
-Estás tan mojada y estrecha - saca sus dedos cuando mejor presión estaba haciendo y los lleva a su boca, lamiendo muy despacio mientras me dedica una mirada perversa-. Sabes deliciosa.
Su acto me roba las palabras. Se acaba de ver el doble de sexi y ardiente lamiendo sus dedos.
«Yo quiero probarlos...». Me da risa mis propios pensamientos.
«¿Acaso es un fetiche o de plano estoy enloqueciendo por culpa suya?».
Se deshace de mi pijama entre besos y caricias que me roban suspiros cada vez más sonoros. Sus manos me debilitan cada segundo y sus dedos me llevan al séptimo cielo. En cuanto me tiene desnuda debajo de su cuerpo, se quita la toalla y puedo contemplar su cuerpo como Dios lo trajo al mundo.
Lo miro de pies a cabeza lentamente, disfrutando la vista de su grande y fu