70. UNIDOS
Camila asintió con rapidez, volviendo a buscar refugio en el pecho de Ismael. El ritmo de su corazón le ofrecía una sensación de seguridad y calma.
—Quiero, sí, quiero. No hay nada que desee más en mi vida —afirmó, abrazando a Ismael con fuerza, quien sonrió satisfecho—. No te fallaré de nuevo, Ismael, es una promesa.
—Eso espero, Camila, porque me gustas mucho y quiero que compartamos todo juntos —le susurró él al oído—. Pero antes de que avancemos, hay algo que debes saber: nunca me quedaré en Alemania. Mi destino está en la finca de mis padres adoptivos. Les debo mucho y no puedo abandonar a mi hermano; ellos cuentan con mi apoyo. Reflexiona sobre esto, sé que tu vida y tu carrera están aquí, en la ciudad, pero necesito ser honesto contigo.
Camila se apartó ligeramente para mirar directamente a los ojos de Ismael y luego lo besó con una pasión que evidenciaba su decisión. Siempre había soñado con un hombre que le ofreciera sinceridad desde el comienzo, alguien que no estuviera ceg