Narrado por Fátima Hneidi:
Me despierto sin náuseas. Es la primera vez en días que no siento esa punzada en el estómago, ese malestar que me recuerda que algo dentro de mí está creciendo, cambiando, reclamando espacio. Me siento mejor. No bien, pero mejor. Y eso, en este lugar, es casi un milagro. Sentir que tengo fuerzas para vivir.
La luz entra por la rendija de la ventana. Sí ha amanecido, tengo mucha ilusión contenida de que hoy podría ser el día. No se puede retrasar demasiado... No pueden saber que estoy embarazada. Me incorporo lentamente. El colchón sigue siendo duro, la habitación sigue siendo fría, pero mi cuerpo responde. Mis piernas no tiemblan. Mi cabeza no gira. Hoy, al menos hoy, puedo moverme sin que me duela todo.
Golpean la puerta. Es un golpe suave, casi tímido. Un anuncio de que alguien va a entrar. Naim entra. El más joven de los guardias. Siempre parece nervioso, como si estuviera en el lugar equivocado. Trae una bandeja con comida. Me saluda con una voz baja,