Narrado por Fatima Hneidi:

Hoy está siendo un día en el que he sentido un poco de estabilidad.

El sonido del papel al deslizarse entre mis dedos me resulta casi terapéutico. Estoy sentada en mi escritorio, rodeada de carpetas, notas legales, expedientes que esperan ser revisados. La oficina está tranquila, aunque no silenciosa. Kathya ríe desde el otro extremo del salón, y Rami Nash le responde con una broma que no alcanzo a escuchar del todo. Su voz tiene ese tono grave que parece diseñado para llamar la atención sin esfuerzo. Ellos parecen haber forjado una especie de cercanía amistosa, parece ser un hombre muy respetuoso, también caballero y considerado. Eso les gusta a las mujeres de la oficina y refugio, por eso le permiten estar entre nosotras.

Yo no río a viva voz en este lugar. No porque no quiera, sino porque no puedo permitirme distracciones. Este trabajo, aunque modesto, es mi refugio. Aquí soy Gonul. Aquí nadie me persigue. Aquí no soy Fatima Hneidi, la hija prófuga de un