- ¡Creo que ya basta! - digo cosas obvias, ya que realmente me da vueltas la cabeza, me parece tan guapo. El jersey negro sobre su cabello rubio y ligeramente despeinado se ve simplemente delicioso, sus cejas pobladas y sus labios carnosos, que piden un beso, sonrientes y tan atractivos que me quedo mirándolo. No quiero pensar en su cuerpo en general, porque si no, me abalanzaré sobre él.
—Quedan cinco minutos para Año Nuevo y creo que, al igual que en la ciudad, aquí también habrá fuegos artificiales. Desde mi habitación, en el segundo piso, tendremos una vista preciosa. ¡Vamos! —Me agarró de la mano y me arrastró hacia arriba. Y como si no entendiera adónde nos llevaba todo esto, maldita sea, no podía detenerme.
Subimos al segundo piso, entramos en su habitación y me sorprendió el tamaño de su enorme cama, la ventana hasta el suelo, con una hermosa vista del bosque nevado y dos puertas, una de ellas sin duda el baño, de eso estaba segura. Pero lo que realmente me atrajo fue la venta