Sentí mi sangre enfriarse. Tiré el arma al piso y vi todo en cámara lenta.
Ni, aunque hubiese sabido disparar le habría apuntado tan bien a una persona. El disparo fue justo en el centro de la frente de mi padre. Cayó instantáneamente sin poder decir nada. Nicholas fue hasta donde estaba yo y reaccioné en llanto y nerviosismo.
—¡No...! —grité, nerviosa. Temblaba. Me arrodillé en el piso y me tapé los ojos para no seguir viendo el cuerpo, el cual se encontraba tirado y sin vida.
—Em, tenemos que irnos.
—No podemos dejarlo ahí tirado. Nicholas, maté a mi padre. —Lo miré, confundida.
—No, Em, nos salvaste de que tu padre nos matara a nosotros. —Me ayudó a levantarme, me abrazó. Me contuvo con su cariño y palabras.
Recogimos el cuerpo y lo pusimos en el porta maleta del auto. También nos llevamos todo lo que pudiese dejar alguna pista de que estuvimos ahí. Incluida el arma y los papeles que tenía que firmar.
—¿Y ahora qué haremos con él? —pregunté, mirando por la ventana.
—No lo sé, lo ún