Recorrimos el lugar y encontramos un jacuzzi desocupado. Había varios en un jardín enorme, todo muy bonito. Solo se escuchaban gemidos y algo de música.
—Haremos una cosa: entraremos al agua y empezaremos nuestra acción. El tercero vendrá a nosotros —explicó mi rubio.
—Me parece justo.
Nos besamos, me tomó de la cintura para apretarme contra su erección.
Se acercó a mi cuello y poco a poco empezó a bajar, dándome pequeños mordiscos. Bajó las tiras del corsé y dejó salir ambos pechos, cuyos pezones estaban completamente a la orden de Nicholas.
Estiraba, soltaba y besaba.
—¡Ah...! —solté un gemido.
Poco a poco mientras bajaba me iba desabrochando el corsé, hasta que logró soltarlo por completo. Me besó el ombligo y llego hasta mi pelvis. Con un movimiento profesional soltó las ligas. Bajó mis bragas y pude sentir su respiración y su lengua en el monte de mi sexo. Se levantó y volvió a mi boca.
—Nicholas, podría llegar al orgasmo perfectamente sin necesidad de que me penetres. —Lo miré a