Tu voz me sigue, me acosa, me acorrala. Me alejo y más me acerco, la razón me grita que debo huir, pero mi piel se ha hecho esclava de lo que tus palabras prometen.
Isabella
Desgarro mi garganta cuando al fin me empalo por completo y lo siento muy adentro. Me siento muy abierta y me arde, pero no me detengo, con sus manos en mis nalgas subo y bajo una y otra vez. Incomodidad, impotencia, ganas de experimentar otra posición provocan que me hastíe. No lo estoy disfrutando.
—Detente —pido.
—Un poco más —jadea.
—No, detente ya —pido de nuevo.
Gruñe, pero se detiene. Me dejo caer a su lado y me acomodo la ropa ignorando la humedad que me resbala hasta el culo.
—Creí que te estaba gustando —dice.
—Fue un error, perdóname —respondo—, me dejé llevar, perdóname por hacerte esto, no fue mi intenci…
—No digas nada. —Coloca un dedo sobre mis labios—. Dejé que guiaras y no hice el trabajo como se debe. —Su mano desciende por mi cuello y con delicadeza me acaricia al tiempo que se inclina sobre mí