Leslie se sentía feliz aquella mañana, parecía que su vida comenzaba a tomar un rumbo diferente después de tantos años. Pedir su renuncia no fue algo difícil ni complicado, después de un breve papeleo solo debía esperar a que le dieran un pequeño finiquito, una vez fuera de la fábrica se dirigió a la dirección que Fara y Gretel le habían dado, pero al irse acercando al lugar citado se dio cuenta de que en vez de dirigirse a un edificio, estaba entrando a una zona de casas y mansiones enormes, cuándo dio con la que le indicaron, algo tímida llegó a la enorme y detallada puerta de la gran casona, alzando la vista busco el timbre y tras encontrarlo toco, esperando pacientemente a que le abrieran y como supuso, no le abrió ni Gretel ni Fara, sino una empleada de la casa.
-Buen día – saludo Leslie.-Buen día ¿en qué puedo ayudarle señorita? -Estoy aquí porque me han citado las señoras Fara y Gretel.-¿Usted es Leslie Pena?-Si, así es.-Pase.La mujer la hizo p