CAPÍTULO 17

Yo no les hice nada a ninguno de los dos; al ver esas fotos, un pequeño recuerdo se apodera de mi mente y visualizo la sala de Pedro y lo que pasó esa noche.

—¿Eres Pedro?

Este se levanta sin contestar, se va dejando a otro tipo en la nave conmigo.

Me coloca a cuatro patas, sobre el cemento, y apoya su mano en mi nuca, para dejar mi sexo expuesto a él.

—No llores, preciosa, después de esto, cuando estés con tu nuevo dueño, vas a agradecer nuestras caricias.

Por la rabia que siento al recordar las fotos y lo que Carlos me ha hecho, cuando quita su mano de mi nuca me levanto de golpe, y le doy un cabezazo en la nariz para que pare de violarme.

—¡Puta asquerosa! —Escucho, perdiendo la conciencia por el golpe que propicia en mi espalda.

Al notar que el dolor de mi

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