CAPITULO 61
En la cárcel el médico recibió a un Bronson cargando a un hombre que sangraba mucho por el ano, pues la toalla llego encharcada de sangre, al acostarlo solo miro con desaprobación al mastodonte diciendo enojado.

—Mierda Bronson deja de joder a los demás, otro que me traen así, pero —lo observo extrañado diciendo

—¿Qué tiene de especial este que tú mismo lo traes? —a lo que le contesto

—¡Eso no te interesa Doc.!, solo cumple con tu trabajo, a este lo quiero sano carajo, quiero que no lo dejes morir, lo quiero para mí, me gusta como ningún otro

El doctor lo conocía muy bien, pues cada vez que ingresaban reos a la cárcel llegaban algunos lastimados, desangrándose por el ano y a veces morían porque cuando llegaban a sus manos ya era muy tarde porque los encontraban después de horas del abuso.

Ausculto al hombre le reviso y encontró una fisura grande en su ano, le hizo algunos puntos de sutura para cerrarle la herida, le puso suero con analgésicos y para la infección, le puso una trans
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