Casi veinticuatro horas habían pasado desde que Elisa había sido admitida en aquel hospital, y solo amaneciendo había descubierto dónde estaba.
—¿Ha venido alguien a verme? —preguntó débilmente a una enfermera.
—Hay dos hombres muy apuestos que no se han separado de tu puerta —respondió la muchach