Me alejé de la tienda caminando rápido, devolviéndome a la casa de Nikko para sacar mis cosas de allí. En todo momento, una silueta joven me siguió.
—¿Delu? ¡Delu!
—¿Nikko ya se fue al trabajo? —le pregunté a Maël sin detener mi caminata.
—¿Qué vas a hacer? Cálmate.
—¡Respóndeme!
En media acera, con algunas personas caminando a nuestro alrededor, se paró frente a mí bloqueándome el paso.
—No me grites— demandó.
Reviré mis ojos y exhalé con fastidio.
—Si no vas a colaborar, o si no me vas a responder, si tan siquiera le cubres esta falda a tu querido primo otra vez, ¡entonces será mejor que me dejes tranquila! —Caminé pasándolo de largo, directo a la casa que compartíamos.
No era una larga distancia. De hecho, la tienda de Catalina quedaba muy cerca de la salida del complejo habitacional. Llegué rápido a la vivienda, entré y comencé a empacar. Maël no se desapareció, me siguió en todo momento y ahora parado en el umbral de la habitación de Nikko, y mientras yo no paraba de moverme, pude