CAPÍTULO 1.- tercer fragmento

¡Estamos de nuevo por aquí!

Escribiré aquí hasta que vuelvan mis inspiración para los especiales.

Gracias por leer.

***

—Osito —Jess acarició la cabeza de su hijo—, no se debe tomar las cosas de otros niños, sabes que hurtar está mal.

—¡Yo no robe nada! —se defendió Dantalian—. Les devolví sus tontos juguetes.

—Romperlos y lanzarlos a su cara no es devolvérselos Dan —Jessy suspiró—, tienes que entender que lo que hiciste está mal.

—Ellos se estaban burlando del señor Toto —gruño tiernamente Dantalian—, no quiero que se burlen del señor Toto, él es sensible.

Toto era un oso tallado en madera que Kenai le había regalado. Jess podía entender que los niños señalaran el oso, era tétrico y de noche podía sacarte un buen susto. Kenai hacía figuras de piezas de madera unidas por una soga interna que los hacía mover como si fueran títeres. Descubrieron que Dantalian y Kenai tenían un gusto en común por juguetes que parecían sacados de una casa de terror.

Kenai le regalaba algunas de esas figuras a Dantalian. Jess se sentía observada cuando limpiaba la habitación de su hijo. Las figuras de animales con grandes ojos huecos la miraban fijamente y Jess juraba que alguno se movía sutilmente.

El favorito de Dantalian era Toto, un oso bastante grande y pesado para un niño normal, era de la mitad de tamaño de Dantalian. Pero a su hijo le encantaba, Jess últimamente se preocupaba porque su hijo jugaba a que Toto secuestraba y mataba a sus otros juguetes de madera.

Iba a pedirle seriamente a Kenai que dejara de hacerle juguetes a su hijo.

—Por favor osito —Jess miró suplicante a su hijo—, prométeme que no te meterás en más problemas. Si algún niño te molesta tienes que decirle a tu profesora, no atacarlos. Si lo vuelves a hacer te sacarán de la escuela. ¿Quieres dejar de aprender?

Dantalian negó con la cabeza triste, el puchero empezó a temblar y Jess lo abrazó inmediatamente.

—Es…es que los niños me molestan porque soy muy pequeño para estar en esa aula —dijo Dantalian intentando hacerse el fuerte.

La escuela lo había adelantado dos grados, porque al parecer Dantalian era un niño superdotado y aprendía mucho más rápido que los de su edad.

—Puedo hablar con la escuela para que te devuelva al grado que corresponde a tu edad —Jess se le rompió el corazón al ver a su hijo triste.

—No, los de mi edad apenas están aprendiendo el abecedario mamá —se quejó Dantalian—, me aburro mucho en esas clases.

—Entonces hablaré con algunos padres, el hijo de Wasilla está en tu clase, le regalare algunas bayas que recolecto que tanto le gustan para que juegue contigo ¿está bien?, solo tienes que ser paciente mi niño, al ritmo que creces. Creo que sobrepasarás a tus nuevos compañeros pronto y no te molestarán más.

Antes de que Dantalian pudiera contestar, la puerta se abrió sorpresivamente haciendo que los dos saltaran asustados de su cómodo nido de mantas que habían hecho cerca de la chimenea.

—¡Qué frío tan horrible hace aquí! —exclamó Gunnar entrando con algarabía—, hasta me había olvidado de lo feo que me congelo aquí ¿pueden creerlo?

—¡Tío Gunnar! —exclamó Dantalian soltándose de los brazos de su madre y corriendo hacia el hechicero.

—¡Dantalian! —Gunnar lo atrapó y lo alzó—. ¿Por qué cada vez que regresó has crecido demasiado?

Tío y sobrino empezaron a hablar animosamente, Dantalian empezó a reclamarle porque se había ido tanto tiempo y a preguntar qué estaba haciendo. Gunnar evadía muy bien sus preguntas sacando regalos de una bolsa que parecía no tener fondo. También sacó muchas provisiones y comida para ellos.

—¿Nada de esto es robado cierto? —dijo Jess con amargura sin verlo a los ojos—. No quiero darle ese ejemplo a mi hijo.

Gunnar vio como Dantalian intentaba llevar sus nuevos juguetes a su habitación.

—Todo lo compre Jess —dijo dócilmente—, sé que estás molesta por…

—Seis meses Gunnar —Jess lo asesinó con la mirada—, seis meses sin saber nada de ti, ninguna carta o alguna nota. Creí que estabas muerto o algo parecido. Dantalian me preguntaba todo el tiempo por ti y no sabía qué decirle.

—Me metí en muchos problemas —Gunnar tomó una de las bolsas de pasas y frutos secos que había traído y empezó a comerlo—, me atraparon en una villa de cazadores, que para mí mala suerte recibió visita de un cazador externo que me conocía antes de borrarme los tatuajes de la cara.

—¿Conocías cazadores? —preguntó Jess más preocupada que enojada.

Gunnar miró a Jess, no creía conveniente decirle que aquel cazador fue uno de los que peleó con él para que no se la llevara en aquella montaña en el Reino de los hombres lobos. ¿Qué hacía ese cazador ahí?, no lo sabía, pero estaba seguro de que era él y el cazador supo que Gunnar fue el que secuestró a Jessy.

—Luche con él hace años —Gunnar le quitó importancia con un gesto de la mano—, la cosa es que me reconoció, así que tuve que escapar con prontitud. Después me metí en algunos problemas más y me escondí en otro lugar algún tiempo porque creí que si venía directamente aquí podrían rastrear mi magia.

—¿Siguen rastreando hechiceros?

—A los que usamos magia negra si —asintió Gunnar haciendo un gesto de disgusto—, yo casi ni la uso porque las cosas han cambiado demasiado. Ya sabes que ahora hay un congreso de hechiceros, que se han unido a los hombres lobos y cazadores para eliminar a hechiceros de magia negra. No es que yo quiera usarla, pero la esencia aún sigue en mí.

—No entiendo porque tienes que irte de aquí —Jess les sirvió a los dos un poco de infusión de hierbas—, por la diosa, dime que trajiste azúcar.

Gunnar sacó varios kilos de azúcar de su saco.

—Ha subido mucho el precio aquí —dijo Jess tomando el azúcar como si fuera oro—, los humanos saben que no tenemos mucha opción de comprarlo en otro lado, así que duplican su precio para nosotros, es horrible.

—Sabes que intento quitarme todas estas runas del cuerpo —Gunnar enseño el comienzo de su cuello donde aún seguían esos tatuajes de runas—, son magia negra pintada sobre mi piel, jamás estaré a salvo mientras las tenga y sabes lo difícil que son quitarlas y lo difícil que es conseguir las cosas que necesito para hacerlo.

—Ya te quitaste las que se ven a la vista Gunnar, ya nadie podría saberlo al menos que te desnudaras —sonrió Jess—, sé que lo lograras, ¿Cuánto tiempo te quedarás con nosotros?

—Un par de meses esta vez —Gunnar tomó un sorbo de su infusión—, tengo todo lo que necesito para seguir borrando las runas, además de que las grandes montañas no dejarán que detecten mi magia, es por eso por lo que amo este lugar. Si tan solo no hiciera tanto frío por el amor de dios.

En ese momento otra persona tocó la puerta de la casa para después pasar.

—Kenai —sonrió Jess—. ¿Cómo estás?

Kenai le sonrió a Jess, aunque después su cara tomó un cambio al ver Gunnar cómodo comiendo y tomando su bebida caliente en la pequeña cocina.

—Oye chico —Gunnar le saludo con la mano—. ¿Cómo has estado?

—Hola —Kenai intentó aparentar su mala sorpresa—. ¿Acabas de llegar?

—Hace un rato.

Jess vio un nuevo juguete de madera en las manos de Kenai.

—¿Otro oso de madera? —dijo acongojada.

Kenai sonrió, le parecía divertido que a Jess le diera miedo sus juguetes.

—Es la nueva novia del señor Toto —explicó Kenai—, la terminé anoche y estuve ansioso por mostrárselo a Dantalian, así podrá dejar en juguete aquí porque ya no estará solo.

—¿Sigue obsesionado con esos juguetes? —preguntó Gunnar divertido.

—Si —Jess negó con la cabeza—, iré por él.

Jess fue a la habitación de Dantalian y Kenai miró a Gunnar que sonreía como loco.

—¿Te quedarás aquí? —dijo casi gruñendo.

—¿Dónde más? —Gunnar disfrutaba de la cara molesta de Kenai.

—En mi casa tenemos una habitación más —ofreció Kenai—, no debe ser cómodo dormir en ese sofá.

—No es tan malo —Gunnar se estiró en su asiento—, la mayorías de veces Jess se apiada de mí y me deja dormir con ella.

La cara de Kenai se contrajo y Gunnar pudo jurar que lo iba a golpear si no hubiera sido porque Dantalian salió gritando de su habitación y arrancó el juguete nuevo que le trajo Kenai de sus manos.

—¡El señor Toto estará muy feliz! —Dantalian sujeto la mano de Kenai y empezó a arrastrarlo a su habitación—. ¡Ven para que lo visites!

—Esos juguetes son terroríficos —se quejó Jess—, no entiendo porque les gusta tanto.

—¿Sigue enamorado de ti no? —le susurro Gunnar.

Jess frunció el ceño y le lanzó un manotazo.

—Es solo pasajero —Jess volvió a sentarse a su lado—, se le pasara cuando encuentre a su mate.

—Me ve como si fuera una amenaza —Gunnar negó con la cabeza—, debería decirle que los hechiceros me cortaron los huevos y que soy un maldito eunuco, así tal vez no me mire como si fuera a matarme.

—No digas eso —Jess lo miró con tristeza—, eso no evita que… no me gusta cuando hablas así de ti.

—Mi dulce Jess, no me afecta ya en lo absoluto —Gunnar le sonrió para tranquilizarla—, además es gracioso atormentar a Kenai, tal vez deberíamos tomarnos las manos para que se desanime contigo.

Jess suspiro.

—¿Has sentido algo? —Gunnar se cruzó de brazos—. ¿Algún dolor terrible en el pecho?

—Nada de nada —respondió Jess—, tu hechizo debe funcionar muy bien.

—Mi hechizo solo bloquea sentimientos algo fuertes, no podría bloquear el dolor de la traición —explicó Gunnar—, es algo demasiado poderoso como para que no lo sintieras o viceversa, él no ha cruzado el límite como tú no lo has hecho.

—¿No es raro? —Jess agacho la mirada—, si me odiaba tanto, ¿Por qué no está con otra persona?

—Porque es un arma de doble filo —a Gunnar se le oscureció la mirada—, así como te causaría un dolor terrible si el estuviera con otra persona, tú podrías torturarlo al hacer lo mismo. Por eso debes ser cuidadosa Jess, sé que es muy solitario, pero no puedes tentar a tu suerte. Si Kenai u otro hombre te toca el podrá sentirlo y sería demasiado terrible, si te causara un dolor tan fatal como el de la traición rompería el hechizo bloqueador y podría rastrearte. La última vez que le causaste dolor quemó un pueblo entero.

Jess se acordó cuando dio a luz a Dantalian. Gunnar le contó que su mate enloqueció tanto de dolor que mató a muchas personas. Por eso después le selló la conexión lo mejor que pudo. Aunque aún seguía sin entender como un solo hombre tenía la fuerza para matar a tantos.

—¿Sabrá que tuve a Dantalian esa vez?

—No lo creo, probablemente pensó que te estaban torturando —Gunnar tembló al recordar aquel pueblo pequeño en donde se escondían varios hechiceros que habían dejado la magia negra al igual que él y que el semidemonio quemo hasta las últimas piedras porque el rastro de magia de Gunnar le llevaba ahí—, no quiero saber que haría si supiera del niño, pero en definitiva te lo quitarían. Así que, por favor, si alguien intenta besarte o algo, corre o lánzale un sartenazo. No quiero que cambiemos de escondite y maten a esta pobre manada.

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