—¿Pero qué dices hijo? —Alex no dejaba de balancearse de un lado a otro, intentando seguir el ritmo de la música—. Si tu tío Oliver y yo nos acoplamos muy bien al lugar, parecemos alumnos.
Oliver se meneaba alzando los brazos ridículamente, todos se habían dado cuenta que era el Rey.
—Papá —exclamó Estefan a punto de perder la paciencia—. Por favor, nosotros lo estamos manejando bien, ¿No se supone que dejarían esto a nuestro cuidado?
—Solo hemos venido a divertir un rato —Oliver les sonrió y vio cómo su hijo y su novia se acercaban—. ¡Liam no te he visto desde ayer hijo!