—¿No es hermoso? —habló Gabriela bajándose del lomo del lobo de Jose.
Jose se transformó, apareció detrás de Gabriela y la abrazó por la espalda haciéndola sonreír.
—No conocía esta parte de la isla —dijo Jose besándole la mejilla—. Nunca me había adentrado tanto.
—Una vez, Bael y yo tomamos sin permiso las motos de mi papá y mi tío Alex, condujimos como locos hasta que se acabara el combustible y llegamos hasta esta cascada —Gabriela se dio la vuelta abrazándolo—. Es un lugar secreto.
Jose acaricio su rostro y la beso animosamente, Gabriela se separó, lanzó su mochila al suelo y empezó