CAPÍTULO VEINTICUATRO

Capítulo veinticuatro

Elisa

Era mi culpa. Estar en aquella situación era totalmente mi culpa.

Tenía delante de mí media docena de vacantes para contables, marcados con distintos colores en los anuncios del diario. Sin embargo, ninguno me interesaba. Había circulado los que parecían más atractivos. Y no podía dejar de pensar en Xanthos, en aquel dios de la mitología griega con nombre de hombre; no había podido hacer otra cosa en semanas.

Me preguntaba lo que habría sentido él cuando descubrió que me había marchado. Tal vez alivio, o quizá una vaga incomodidad por haber dejado un negocio sin cerrar.

Rápidamente negué con la cabeza. Otra vez mis pensamientos volvían a él.

Con un marcador rosa chitón en la mano, miré hacia la ventana de la casa que había alquilado y emití un largo suspiro. Luego me obligué a cerrar los ojos… y dejé a mi imaginación volar.

En mis fantasías me lo imaginaba buscándome furiosamente; con l
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