Capitulo 3: "¿Quién te crees para hurgar entre mis cosas?"
Después de esa noche, Fausto le dedicó a Giulia un gesto amable y conciliador, casi paternal.
— Es tarde, ¿por qué no vas a descansar?
Pero Giulia frunció ligeramente el ceño, preocupada por él.
— Pero tú… ¿no quieres que llame al médico?
— Yo estoy perfecto. Tomaré mi medicamento después de esta copa y luego iré a la cama.
— ¿Medicamento? ¿Estás enfermo? ¿De qué?
— De nada por lo que debas preocuparte. Ahora ve, no te preocupes por mí. Tu habitación ya está lista. A la derecha después de las escaleras.
— ¿Estás seguro? Podría quedarme y…
— Giulia, agradezco que te preocupes, pero no soy un niño.
Resignada, Giulia exhaló y se retiró lentamente, siguiendo las indicaciones de su esposo hasta llegar a la habitación. Al abrir la puerta, se encontró con una luz encendida que iluminaba el espacioso lugar. Los colores neutrales y los detalles cálidos del diseño invitaban al descanso. Se quitó los tacones con un suspiro de alivio y com