39. ¿Yo me parezco a ella?
A la mañana siguiente, Ramsés fue el primero en despertar. Lo hizo al alba y gracias a una llamada importante que recibió.
— ¿Tienes noticias? — preguntó en tono serio.
— Estamos siguiendo algunas pistas, señor. Pero desde que no se les ve por el pueblo ha sido muy difícil.
Ramsés suspiró y apretó los puños.
— Bien, mantenme informado — después de eso, colgó.
— ¿Pasa algo? — la voz de su esposa lo sacó de su broma. Se giró cambiando su semblante. Ella conseguía eso con demasiada facilidad. Se acercó con una media sonrisa y besó su frente.
— No es nada importante, ¿Por qué no duermes un poco más? Todavía es temprano.
— Me prometiste un paseo hoy.
Ramsés rio.
— Tienes razón. Entonces arriba. Desayunaremos primero — feliz, ella asintió, y saltó como un rayo de la cama, pero antes de entrar al baño, él la detuvo —. Será un paseo corto y sin desgastarte, ¿de acuerdo? — otra vez otro asentimiento. Se inclinó romántico contra sus labios y la dejó ir.
Gala escogió un atuendo fresco, muy propio