4. El intruso

POV Eva**

Mi peor decisión fue esta. Tomar de paciente a este imbécil. Jefferson era un tipo predecible, era un poco aburrido. Sufría un trastorno de ansiedad un tanto peligroso, pero podría superarlo sin problema alguno.

Caminaba por el largo pasillo, pasando por los edificios. Iba hacia mí habitación, ya había terminado las pláticas por hoy. Michael y Jefferson, mis dos pacientes.

El olor a tierra húmeda llegaba a mi. Y la lluvia no tardó en presentarse. No corrí, me gustaba caminar bajo la lluvia. Me encantaba esto, yo estaba a punto de lograr mi objetivo final. Ese hijo de puta iba a pagar por todo.

Le daré un beso en la frente de despedida. Y después acabaré con todo, tendré lo que quiera. Tendré todo bajo control. Nadie volverá a lastimarme. Y quien lo intente, se arrepentirá.

Llegando al edificio, pude sentir algo. Mi piel se erizó, giré hacía atrás. Vi a un hombre, vestido como paciente. Lo cual era imposible, de ese edificio nadie puede salir sin ser visto. Cerré los ojos, para intentar quitar lo borroso de la lluvia y ya no estaba.

Negué, pero segui mi camino, entré a mi edificio.

Cuando llegue a mi habitación, me quité la ropa mojada, quedando en ropa interior. Y así me acerqué a la gran ventana que tenía. Estando en el ultimo piso, no creo que nadie me mire. Sacó un cigarro, lo enciendo.

Me siento relajada, viendo la lluvia caer. Sintiendo el humo salir. Y escuchando esa canción.

"Y lo peor es que yo te conozco tanto"

...

"Dejando escapar esos orgasmitos lentos"

...

"Meditar todo lo que viviste con ella"

...

"El hecho es que nos perdimos para siempre"

Cuando acabé, me dirigí al baño. El agua caliente recorría todo mi cuerpo, seguía sintiendo frío. Aunque ya me había acostumbrado, soy demasiado fríolenta, más es un lugar como aquí.

Escuché como la puerta principal se abría, cerré inmediatamente la llave. No hice ningún ruido, para ver si había escuchado mal. Y no volví a escuchar ruido alguna más.

Cuando salí del baño, la noche ya había llegado al centro Psiquiátrico. La lluvia se había intensificado. Me puse ropa interior, y con una bata de seda salí para hacer algo de cenar.

El ambiente en el pequeño piso, había cambiado. Lo sentía muy pesado, recordé el ruido, sentí pánico por un momento.

¿Alguien había entrado? ¿Imaginé el ruido?

— ¿Jason? —pregunté.

No hubo respuesta, así que supuse que había sido mi imaginación. En la pequeña cocina, hice unos huevos con tocino, que era lo más rápido de hacer, tenía que irme a la cama temprano, ya que mañana sería otro gran y largo día.

Después de comer, deje lo sucio en una lado de la cocina, me fuí directo al baño. Lavarme los dientes me tomo poco tiempo, apagué las luces y la cama me esperaba.

 [...]

Sus Besos recorrían toda mi espalda, sentía sus grandes manos estrujando mi culo. Una corriente recorre al mismo tiempo mi entre pierna.

Me gira de golpe, quedando frente a el. Sus ojos fueron mi condena, ahora mismo estoy dispuesta a recibirla.

Me besa ferozmente. Su lengua busca el dominio y eso me prende más. Juega conmigo, mis pechos. Sus manos sacuden todo en mi. Rompe mi tanga, sus manos viajan a mi sexo.

Frota suavemente, mientras me sigue besando.

Sabía que me había condenando, cuando lo miré. Sabía que lo quería en mi cama, me la puso muy fácil.

Se aleja, me mira.

— Eres digna de llevar un nombre que incita al pecado, Eva —su voz es más grave y gruesa que la primera vez

Me gira de nuevo, quedando boca abajo. Sus manos abren mis nalgas, siento sus dedos en mi entrada. No es suave, es feroz.

Me da un golpe fuerte, seguido de un beso. Y eso me enciende más. Por primera vez no tengo frío en este lugar. Siento como sus manos me abren más, siento su polla erecta.

Sabía lo que iba a hacer. Mi sexo está muy húmedo, pero el no iba a irse por allí. No tarda mucho en entrar, embistiendo de una manera brutal.

Me duele, pero me gusta.

— Oh —gimo— Michael

 [...]

Despierto agitada, con una ganas de follar increíbles. No sabía que ese tipo me iba a encender de esta forma. Ese sueño fue bestial. Casi real.

El sol comienza a salir, decido darme placer sola. No tengo tiempo para llamar a Jason.

Subo al elevador faltando cinco minutos. Camino con lentitud, seguridad, da igual, voy tarde de todas formas.

— Ya se te hizo costumbre llegar tarde —Bromea Jason

— Y ahora no fuiste tu el culpable —le guiño el ojo

— ¿Qué pasó? —me pregunta Naomi al verme

— Mi paciente ya me da problemas —respondo

— Al menos te habla, a mi no me hace caso. Ayer estuvimos sentadas dos horas, y ni hola me dijo —comenta Irina

— ¿Qué te hizo? —me pregunta Naomi ignorando lo que acaba de decir Irina

— Confidencial, recuerdalo —respondo con una sonrisa— No puedo confundirte con el otro Cross, debemos...

No termino, ya que el ruido de la puerta abriendose, llama la atención de todos los residentes.

— Paciente 1004, Michael Cross está listo —Dice el de seguridad viendo su hoja— Residente Eva Stone, sígame, por favor

— Nos vemos después, nenas —me despido.

Seguimos el mismo camino de ayer. Es un guardia diferente al de ayer, es otro hombre. Camino a paso seguro, fingiendo que no tengo miedo de estar aquí.

— ¿Cómo te fue ayer con el paciente? —me habló el guardia

— Bien, logramos entablar conversación

El elevador abre sus puertas.

— ¿No te dijo que planeaba salir a ver la lluvia? —me pregunta, y lo veo.

— ¿Perdón?

— El paciente escapó por un rato ayer, es la primera vez que lo hace —me explica

— No, no sabía.

Camino a la misma sala donde ayer me dejaron. Y de igual manera, todo está como ayer. Tomo la misma carpeta que dejé y la sigo leyendo.

"Michael Cross ha sido acusado de asesinar a más de 34 hombres, sus edades varían: 23-45 años"

"Michael Cross ha sido acusado de acosar mujeres de diferentes rangos de edad"

"Michael Cross juega con sus víctimas. Se plantea que tenga la herramienta del mentalismo y su diagnóstico es:

*Cuadro de psicosis

*sociopata

* Depresión

En ese momento los pasos de mi paciente, hacen que dejen de seguir leyendo. Levanto la vista, y ahí está.

Michael Cross, presunto asesino serial, esposado de manos y pies.

— Te estaba esperando, Michael —le saludo

— Me gusta hacerte esperar

— Y a ti te gusta estar esposado —respondo con cierto tono de sarcasmo

— No te lo niego, aunque prefiero esposar.

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