"Humanos", murmuró mientras sus ojos recorrían el informe una y otra vez, incrédulo ante los resultados. La revelación era desconcertante: no había nada intrínsecamente malo con su mitad. El problema radicaba en otra parte: su pureza la hacía vulnerable. Su alma inmaculada y su cuerpo sin mácula la convertían en el recipiente perfecto, un lienzo en blanco listo para ser corrompido. Era precisamente esa inocencia lo que la transformaba en el objetivo ideal para ser poseída por su enemiga.
La ironía no escapaba a su comprensión: aquello que hacía especial a su mitad era también lo que la ponía en mayor peligro. Un alma pura, un cuerpo sin mancillar, características que en cualquier otro contexto serían virtudes, ahora se presentaban como potenciales debilidades a explotar. Se dirigió a la clínica para consultar con la bruja Teka-her y Aha, consciente de que ellos poseían mayor conocimiento sobre el tema. Al llegar, le informaron que la pareja se encontraba atendi