El Alfa respira profundamente tratando de controlar a su lobo. Sabe que su amenaza la tiene que tomar en serio, mientras siente la mirada anhelante de Isis posada en él.
—Para empezar, no tengo esposa. Tampoco novia —comienza a hablar calmadamente, mirándola fijamente con una sonrisa. Isis lo mira algo incrédula, pero él continúa sin prestarle atención a su mirada. De que ella se quede depende que su plan para que su lobo la rechace pueda llevarse a cabo. Por ello, sigue hablando con gran seriedad. —Yo fui el que provocó tu accidente, así que estaré encantado de ayudarte en tu recuperación. Si dormir conmigo te hace sentir mejor, lo haré y te doy mi palabra de que te respetaré como hasta ahora —lo dice mirándola fijamente a los ojos, notando cómo un brillo de alegría se asoma a ellos. Y sigue, sin darle tiempo a respo