Héctor la observó sorprendido y, al mismo tiempo, con admiración. Sonrió como un tonto al ver cuánto la amaba, al punto de no dudar en compartir sus poderes con él. Se sentía asombrado y asustado; no sabía si iba a poder soportarlo, pero no lo demostró.
—Entonces, Amet, eso quiere decir que puedo transferir parte de los poderes de mi hermana a él —continuó preguntando el alfa con atención—. Como son mitades, se consolidarán y completarán uno al otro.—¡Exacto! —confirmó el beta, deteniéndose para mirar al alfa con el ceño fruncido antes de continuar—. ¡Pero tendrían que consumar su unión hoy mismo, con la marca!¿Qué dijo? ¡Me tengo que casar hoy! pensó Héctor, tratando de encontrar una explicación a tanta prisa. No es que no quisiera casarse, pero s