Después de separarse, miró a Dakarai por un momento, luego se puso a explicar qué esperar de los baños termales para la salud de su esposa.
—Ahora voy a ver a Isis —le dijo—. Ya hemos perdido mucho tiempo. Pero primero vamos a ver a su loba Ast. ¿Tiene algún consejo sobre cómo tratar con su pequeña hija loba? —A mi Ast, de pequeña, le gustaba mucho jugar a los escondites —respondió Dakarai, sonriendo como si recordara esos momentos—. Le digo esto por si no la ves; espere a que salga. También es muy juguetona, pero desconfiada. No se acerquen; déjala que sea ella la que venga. Es muy curiosa, y vendrá a su encuentro. Muchas gracias mi Alfa por todo esto que hace, ojalá logres resolver el problema de mi pequeña.—Gracias, mi suegro. Me has ayudado mucho —se despidió con un apretón d