7. BUSCANDO A JULIETA
El día transcurre en un torbellino de trabajo. Estamos muy angustiados sin nuestra otra mitad. Mis lobos están desesperados por ir en busca de ella. Después de comprobar que todo en la manada marcha igual que hace dieciocho años, me reúno en el despacho del Alfa con mis amigos; hemos decidido que esta misma tarde iremos a buscar a Julieta.
—Vamos, amigos —les doy ánimo—. Todavía mantenemos nuestro poder de teletransportarnos. Hagámoslo. Horacio, concéntrate en Julieta. Yo me encargo de todo lo demás.
Formamos un círculo en el centro del despacho, colocando las manos sobre los hombros de los demás. Horacio se concentra en sentir a su mitad, y yo respiro profundo, convertido en Alfa Supremo. Cerramos los ojos y, de repente, aparecemos en un callejón muy pobre. Frente a nosotros hay una enorme puerta de madera verde.
—Es aquí, Jacking, siento su esencia —dice Horacio enseguida, emocionado.
—Vamos a tocar la puerta. Amet, ¿hiciste la carta? Horacio, ¿no olvidaste el dinero? —les pregunto