AMET:
No he dejado de mirar a mi Antoni; está muy hermosa. Ha crecido un poco, al igual que su cabello, que le cae hermosamente en rizos dorados, brillando bajo la luz de la luna por la espalda. Ella me mira y me sonríe. No ha cambiado su forma de ser. No siento que me teme ni que tiene miedo; sólo hay curiosidad en su mirada.
—Señor, ¿qué vamos a hacer? —me pregunta, trayéndome de vuelta a la realidad. Mi lobo Ammyt ronronea en mi pecho, feliz.—¿Qué quieres hacer? —pregunto divertido y feliz.—Me gustaría no brillar, para que Meryt no nos encuentre —dice, y es cuando recuerdo la excusa que le dio el alfa.—¿Por qué no lo haces? —pregunto, acercándome a ella con curiosidad.—No lo sé —dice, levantando sus hombros, y comienza a brillar toda ella delante de mí—. Cuando me asusto