61. ENTRENAMIENTO PERSONALIZADO
HORACIO:
Me he ido con mi Julieta al lago congelado. La deposito con suavidad mientras trato de controlar los deseos de abrazarla, al tiempo que contengo a mi lobo Hor, que me quiere quitar el control. Ella me mira interrogante, sin moverse de donde la puse. Es la primera vez que me ve desde que se fue a vivir con Amanda y Dakarai. Aunque Teka le borró la memoria, su mirada me dice que le parezco conocido.
—¿Así que tienes el poder del agua? —le pregunto, tratando de entablar una conversación—. Yo también tengo ese poder.
—¿Usted también lo tiene? —pregunta, interesada de inmediato, pero sigue apretando sus manos en el mismo lugar sin decir más.
—Sí. ¿Quieres que te lo demuestre? —pregunto agachado, sin acercarme para no asustarla.
—Sí, sería bueno, señor —acepta, y veo el brillo en su mirada—. No conozco a nadie que tenga mi poder.
La emoción que destella en sus ojos me provoca una corriente de orgullo, pero también una incomodidad extraña, porque sé que lo que le