31. CONTINUACIÓN

HORACIO:

Julieta pone una gran expresión de terror y se encoge sobre sí misma, como si le fuera a pegar. La miro y puedo sentir su miedo; suelto una risa alegre y divertida. Ella me mira interrogante y con curiosidad. La tomo en mis brazos y me lanzo con ella al lago. Juli grita asustada primero, pero al ver cómo la levanto en las cimas de las olas que creo, comienza a disfrutar feliz. Luego, cuando es suficiente y por miedo a que se enferme, salimos contentos.

— ¿Ya estás contenta? —le pregunto.

— Sí, pero no quiero que me dejes sola —dice, al momento, poniéndose seria y mirándome fijamente.

Luego de secarla con un movimiento de mis manos, extrayendo toda el agua de su ropita, la miro directamente. Ella tiene la cabeza baja y puedo ver que tiene miedo de que la abandone.

— Juli, cariño, mírame. Que vaya a trabajar no significa que te dejo sola. Siempre voy a regresar a ti, bebé, siempre. —La abrazo contra mi pecho.

Mi lobo Hor, al sentirla contra nuestro cuerpo, ronronea y emite un c
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