285. LA PROPOSICIÓN
HORACIO:
Desde que marcamos a nuestra mitad, no lo hemos vuelto a hacer. Ella parece que nos rehúye. Mi lobo Hor está muy inquieto y, por qué negarlo, yo también.
—Horacio, debemos hacer el amor con nuestra mitad —lo escucho una vez más en mi cabeza.
—Lo sé, Hor, pero todos los días se duerme temprano. Cuando llegamos, está profundamente dormida y me da pena despertarla. Es una niña todavía —explico con el corazón apretado.
—Horacio, ¿no has pensado que no le gustó la manera tan extraña en que se lo hicimos la primera vez? —me llama la atención.
—¿Crees que por eso se acuesta a dormir todos los días temprano? —pregunto pensativo.
En verdad, estoy tan preocupado como mi lobo. Él tampoco sabe y me sugiere que la saquemos a pasear, a enamorarla en un lugar que ella adore. No es mala idea, pero no sé qué hacer en esta situación.
—¿Recuerdas algo de lo que nos contó sobre sus preferencias en el pasado-futuro? —pregunta mi lobo de pronto.
Me quedo pensando. En ese tiempo, la h