HORACIO:

Me levanto con cuidado, dejando suficiente espacio entre nosotros para no incomodarla, y me dirijo a un armario de madera antiguo que está contra la pared. Mientras saco una manta suave, se la extiendo.

—Mira, tu ropa está aquí —le muestro sin mirarla—. Y estás desnuda porque eras una loba antes. Por cierto, eres muy linda.

—¿Te gustó mi loba? ¿Cómo se llama? —preguntó mientras se vestía—. ¿Por qué no me acuerdo de nada de eso?

—Tu loba se llama Salet, y es preciosa —contesto, observando cómo termina de vestirse—. Te asustaste tanto por lo que te hizo el vampiro, que te dio un ataque de terror. Luego, el Alfa Supremo te hizo transformarte en loba, descubriendo que somos mitades y me saltaste arriba.

—¿¡¿Somos mitades?! —preguntó con una gran sonrisa—. ¿N