13. SALVANDO A MI LUNA
Llegamos al castillo de Isis, pero todo está en silencio. Nos acercamos y tocamos la puerta. Un sirviente nos atiende y, de inmediato, me percato de que es un viejo licántropo.
—Buenas noches. Quiero ver a Dakarai Mutjar —pido de inmediato.
—Buenas noches —responde el empleado—. El señor Dakarai se acaba de marchar con toda su familia.
—¿Puedes llamarlo en este momento, de parte del Alfa Supremo? —pregunta Amet.
—¡Mi Alfa! Perdón por no reconocerlo. Enseguida le comunico. Pase usted —habla enseguida, muy nervioso, abriendo más la puerta para que entremos.
Lo hacemos, entramos despacio, mirando alrededor. Nada ha cambiado, pienso mientras aspiro el dulce olor de mi Luna. Mat ronronea en mi pecho. El lobo toma el teléfono y marca un número, pero podemos escuchar claramente que no les responden.
—Mi Alfa, deben estar volando. No puedo comunicarme con ellos, ni por el link ni por teléfono —explica el anciano, inclinado delante de mí.
El anciano licántropo se queda inclinado hasta que asie