JACKING:
El aire parecía cargarse aún más de tensión, pero la calma mental reinante nos mantenía unidos. Cada uno tenía claro lo que debía hacer. Nos preparamos para el ataque. Nuestros movimientos eran precisos, cada músculo listo para desatarse en el momento exacto. Cerré los ojos por un segundo, sincronizando los latidos de mi corazón con los de mi lobo y los de mi manada. Éramos uno. Era el único pensamiento que giraba en mi mente antes de abrir los ojos de nuevo.
—Vamos a volvernos invisibles y, a gran velocidad, los desarmaremos y nos llevaremos a los chicos —les ordeno al ver cómo se acercaban a los bordes de la maleza, mirando en la oscuridad. Tomé la decisión de ordenar—: Tú, Bennu, los rodearás, cuéntalos bien. Dale un objetivo a cada lobo para desarmarlos y dejarlos inconscientes. Son tres chicos y una chica. Ho