Después del calor abrasador del desierto, encontrarnos en medio de un hermoso jardín lleno de flores y con el agua corriendo por todas partes se sentía como haber entrado en un paraíso.
—¡Es precioso este jardín milagroso, chicas! ¡Hay de todas las flores del mundo aquí! —decía Antoni mientras miraba por todas partes, entusiasmada—. ¡Vengan, vamos a sentarnos en aquella glorieta! —Saben, chicas, esta es la recreación del jardín de mi madre —contó Merytnert, con los ojos llenos de lágrimas. —Angie, no te pongas así —me apresuré a decirle y la abracé—. ¿La extrañas? —Viví toda mi vida sin las memorias de ella. Ahora que regresaron, estoy con mi hermano Jacking, al que siempre adoré. Me parece que fue ayer que dejé de ver a toda mi famil