Tiempo más tarde, Henry salió de la oficina y se dirigió a la sala de juntas, para encender el televisor, recargado sobre uno de los muros, observó atento la conferencia que Marc Johnson estaba comenzando a dar:
«Tres años han pasado, después del asesinato de mi hija y el culpable sigue libre, sin pagar su crímen, ¿a eso le llamamos justicia? —dijo él y continuó—. Esta mañana alguien atentó contra mi vida, se me hace mucha coincidencia, haber hablado con el jefe de la policía, para presionar, juzguen ustedes mismos. Y en cuanto a ti, si me estás viendo, no me voy a detener hasta que pagues por lo que hiciste, Stacy merece que se haga justicia».
—Ese hombre está empeñado en acabar contigo —George se acercó a su lado y le entregó un café.
Henry estaba cruzado de brazos, sus barbilla estaba completamente rígida.
—Haber quien de los dos se cansa primero. —Tomó la bebida que le entregó su amigo y apagó la pantalla.
—Supe que el caso al que fuiste la otra noche, es muy similar a los ataques