“Terminemos con este compromiso de una vez por todas. Quiero casarme con alguien más” Le había dicho Santiago en aquella noche en la que se supone que debería de haber sido una de las más felices de su vida, su cumpleaños. Pero a cambio lo único que había obtenido había sido una desilusión. Un corazón roto. Su prometido, acababa de anunciarle que no quería casarse con ella, porque quería casarse con alguien más. Alguien que terminó siendo su mejor amiga. Desesperada y con el corazón roto terminó por irse a olvidar las penas a un bar de la ciudad. Bar donde encontró al hombre de sus sueños. Hombre con el cual pasó la noche y semanas después conoció por “Primera vez” en un consultorio médico que tenía exactamente el mismo apellido que Harry. “Tenemos que hablar, estas embarazada” había dicho el médico. El problema era que ella no recordaba el nombre y el rostro del hombre de sus sueños. Y él no estaba dispuesto a decirle la verdad. No hasta que lograra enamorarla. ---------------------------------------------------- DERECHOS DE AUTOR TOTALMENTE RESERVADOS
Leer másPor un momento todo lo que estaba a su alrededor se detuvo y lo único en lo que pudo pensar fue en los golpes que Santiago le acababa de dar a la mesa. Habían sido dos fuertes golpes que habían sonado por todo el lugar. Las miradas que había a su alrededor la incomodaban mientras ella solo trataba de mantener la calma.
Lo que estaba sucediendo, no debería de haberle estado sucediendo, no en ese día, no cuando se supone que debía de ser una noche perfecta.
—Siéntate—fue lo único que pudo susurrar al ver que todas las personas presentes en el restaurante los veían con sorpresa. Permitir que las personas se dieran cuenta de sus problemas era lo que ella más podía odiar en el mundo. Específicamente cuando eso tenía que ver con personas desconocidas.
—No pienso sentarme hasta que me des una respuesta— dijo él con un tono lleno de molestia en la voz.
—¿Qué clase de respuesta quieres que te dé? —le preguntó antes de simplemente levantarse del asiento en el cual se había encontrado sentada por más de una hora—. Si lo que quieres es que acepte que te cases con alguien más, entonces hazlo. No puedo prohibirte hacer algo, mucho menos puedo prohibirte casarte con otra mujer. Ya has tomado la decisión, no esperes una respuesta de mi parte cuando ya lo has decidido todo.—
—¿No te interesa saber con qué mujer quiero casarme? — preguntó Santiago, acomodándose los rulos rojizos que le cubrían discretamente los ojos—. ¿No tienes el más mínimo interés? — susurró—. Eso deja bastante en claro que nunca te importé, que nunca me has amado lo suficiente.
Camila sonrió por un momento, conteniendo todas las lágrimas que había en su interior, amenazando con salir de una manera descontrolada.
¿Qué era lo que tramaba Santiago al preguntarle eso que acababa de preguntarle? ¿Acaso quería que ella se pusiera a llorar en aquel restaurante para pedirle que no la dejara? ¿Acaso quería que le dijera que realmente le interesaba con quien se iba a casar?
Ella no deseaba nada de eso, en realidad ella prefería no saber nada de lo que él estuviera a punto de hacer con su vida a partir de esos momentos.
Los momentos que había pasado a su lado habían sido realmente buenos, por ello prefería dejar de pensar en el futuro y únicamente quedarse con lo bueno.
No iba a fingir que no estaba herida, mucho menos que le importaba un poco lo que estaba sucediendo, pero no estaba dispuesta a dejar su dignidad por él. Mucho menos en un lugar público.
Lo que le acababa de decir, lo que acababa de preguntarle no era mas que una manera de demostrar la poca madurez que tenía por la situación. ¿Cómo podía decirle que ella no lo amaba cuando claramente él era el que había decidido terminar con todo?
Él era la parte de la relación que se había quebrado, él era la parte de la relación que había decidido alejarse. Que había decidido irse con otra persona.
¿Cómo podía estar intentado echarle la culpa a ella cuando ella solo le había entregado su corazón?
—No, no estoy interesada.
—¿Por qué?
—¿Qué es lo que estas esperando de mi parte? — susurró ella con rabia, sintiendo que la voz se le quebraba de dolor—. ¿Estás esperando que me ponga de rodillas y me ponga a gritar? ¿Quieres que te suplique para que te quedes conmigo?
—Yo... realmente esperaba que pelearas un poco más por mi—susurró él.
—No, gracias, pero no estoy interesada. —dijo antes de tomar su bolso blanco de diseñador. Un hermoso bolso que había recibido el año pasado por su cumpleaños. Un bolso que prácticamente Santiago le había regalado por obligación.
—Disculpa, pero ahora que no estamos juntos, estaba pensando en si podías regresarme ese bolso que te regalé el año pasado— susurró, soltando una pequeña sonrisa de vergüenza. Por un momento, había pensado que probablemente podría dárselo a la mujer que en esos momentos realmente amaba.
Camila sonrió ampliamente y por un segundo se atrevió a levantarle el dedo medio de la mano.
—Púdrete— fue lo único que le dijo antes de finalmente caminar hacia la salida de aquel restaurante donde únicamente había sido el entretenimiento de los comensales. Pero entonces se detuvo y regresó hacia aquella mesa donde él le veía con los ojos bien abiertos.
Con la cara bien en alto dejó el bolso sobre la mesa y comenzó a sacar las pocas cosas que traía en su bolso. Celular, cartera y un labial fue lo que sacó antes de mirarlo a los ojos y suspirar.
—Quédatelo, que con lo que tú ganas al año... puedo comprarme veinte de estos en un mes. Muerto de hambre—soltó antes de escuchar como los comensales comenzaban a reírse de Santiago.
—Camila—soltó él con sorpresa al verla alejarse.
Ella cerró los ojos por un momento al encontrarse con un rostro conocido en medio de aquel lugar, desesperadamente caminó hacia la salida y salió del lugar para encontrarse con una terrible tormenta que únicamente le hizo sentirse comprendida.
“Que cumpleaños tan perfecto” pensó por un momento antes de atreverse a caminar bajo aquella tormenta. Las gordas gotas de agua golpeando su rostro, su maquillaje, su vestido nuevo que había comprado únicamente para él.
Mientras caminaba se preguntaba que era lo que había salido mal, ¿Qué era lo que le había faltado para que él se quedara a su lado? Pero incluso si se preguntaba esa misma pregunta un millón de veces, nunca tendría lo que él había estado buscando. Lo que la otra mujer le había entregado a su prometido.
—¡Al diablo! —gritó con fuerza. Deteniéndose bajo la lluvia para únicamente quitarse aquel anillo de compromiso que le había entregado—. Ni siquiera me dio un diamante...—susurró con tristeza. Permitiéndose finalmente soltar todos aquellos sentimientos que se había estado tragando.
Al lanzar aquel anillo de compromiso soltó un grito con tanta fuerza que probablemente terminó por lastimarse la garganta.
—¡Espero que nunca seas feliz! —volvió a gritar, esta vez tambaleándose por completo en aquella calle llena de agua.
Al caer en el agua se llevó ambas manos al rostro y simplemente se puso a llorar. Sintiéndose como una pequeña niña de cinco años que acababa de ser abandonada.
El conductor del lujoso auto BMW blanco que se detuvo frente a ella suspiró con fuerza. Observando a la vulnerable mujer que no le permitía conducir.
—¿Qué sucede? —preguntó una gruesa voz masculina desde el asiento trasero—. ¿Por qué te has detenido? — soltó con seriedad. Con el típico tono de voz que solía utilizar siempre.
El conductor que por un momento pensó en bajarse del auto, suspiró y volteo para ver a su jefe que lo veía con el rostro lleno de seriedad.
—Hay una mujer, llorando en medio de la calle... por ello no puedo continuar.
—Haga sonar el claxon— fue lo que respondió aquel hombre serio, manteniendo la mirada en la pantalla de su computadora.
Camila levantó la mirada hacia el sonido del claxon, limpiándose las lagrimas al encontrarse con unas grandes luces que la cegaban casi por completo.
—Señor, la mujer no se mueve del camino, ¿Será que esta herida? —preguntó el conductor antes de mirar a su jefe—. ¿Señor quiere que baje?
—No. Estas lastimado de tu pierna, la lluvia no debe de tocar tu herida. Iré a pedirle que se quité del camino.
—¿Esta seguro? — preguntó el chofer con cierta duda. No era la primera vez que su jefe se ofrecía a hacer las cosas por si solo, solo que en esos momentos la tormenta era tan poderosa que sabia que el traje se le empaparía en cuestión de segundos—. Tiene una reunión bastante importante en el bar, no puede ir con el traje totalmente empapado.
—No tienes de que preocuparte— comentó aquel hombre con el rostro serio. Buscando con la mirada el paraguas que había tomado antes de salir de casa. — no creo que, por unos cuantos segundos, el traje terminé echo un desastre. Solo le pediré que se retire de la calle.
—¿Esta seguro?
—Lo estoy— comentó, lanzando la laptop al asiento de al lado para después tomar el paraguas negro y bajar del auto. El aire frio lo golpeo repentinamente cuando cerró la puerta del auto y caminó hacia el frente del auto.
La poderosa tormenta por un momento provocó que su paraguas negro se tambaleara sobre él. Provocando que unas cuantas gotas cayeran sobre su elegante traje negro.
Una pequeña grosería se escapó de sus labios antes de finalmente poder caminar hacia la mujer. Al verla sintió un extraño remolino en el estomago que le provocó que el aire se le escapara por completo. Aquellos ojos marrones lo habían cautivado de una extraña manera, los gruesos labios y el cabello oscuro le parecían tan atractivos que no podía apartar la mirada.
—Oye— dijo con el ceño ligeramente fruncido. Manteniendo la expresión seria.
Tratando de ocultar el claro interés que acababa de tener por ella.
Camila cerró los ojos antes de intentar verlo. Aquel hombre que se acababa de detener frente al auto parecía un ángel recién caído del cielo, con su cabello oscuro, con su mirada oscura y su rostro serio parecía que finalmente un ángel de la muerte acababa de ir por ella.
—¿Puedes escucharme? —preguntó al ver que ella no parecía estar dispuesta a contestarle—. ¿Acaso hablamos el mismo idioma, no?
—Lo hacemos— respondió ella, con la voz un poco ronca por culpa del grito que acababa de soltar.
—¿Entonces me puedes explicar por qué estás en medio de la calle?
—¿Acaso no puedo hacerlo?
—No, no cuando estoy tratando de pasar— expresó con calma.
—Puedes pasarme por encima, no hay problema— respondió ella con una sonrisa triste.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó él de repente—. Una mujer no debería de estar bajo la lluvia. Mucho menos sola, ¿Dónde está tu novio?
Camila no pudo evitar bajar la mirada por un momento, sintiéndose repentinamente avergonzada por el comentario que acababa de recibir.
Él al ver su reacción se puso de cuclillas y la cubrió con el paraguas negro que mantenía sujetando con fuerza sobre él.
—¿Necesitas ayuda? —volvió a decirle. Esta vez a unos escasos centímetros de su rostro.
Con solo verla sabia que no se encontraba bien, que necesitaba un poco de protección y su frágil corazón no podía negarse a ayudarla cuando la terminaba por encontrar hermosa.
—No— le respondió ella—. Lo que menos necesito es la ayuda de un hombre.
—¿Acaso un hombre te lastimó?
—Estoy bien.— respondió de mala gana.
—¡Lo único que quiero es ayudarte!
—¡Y yo te estoy diciendo que no quiero ayuda! —le gritó en el rostro. Levantándose del suelo con una expresión de molestia en el rostro.
—Bien— fue lo único que dijo él antes de regresar al auto con la misma expresión de molestia que ella le había mostrado.
—Señor, ¿Se encuentra bien? — le preguntó su chofer al verlo con una expresión completamente diferente.
Harry por lo general siempre tenía dos expresiones en su rostro: Seriedad y molestia. Aunque por lo general la expresión de molestia muy raramente se veía en su rostro.
Por ello al verlo con una expresión de molestia en el rostro le pareció extraño.
—¡Esa mujer es una grosera, hermosa, pero grosera! —susurró molesto. Tomando nuevamente su computadora portátil—. Vámonos al bar de una vez por todas.
Camila caminó bajo la lluvia, desviando su mirada hacia aquel auto blanco que se había detenido por ella.
Harry al pasar a su lado, la observó y suspiró molesto. Era la primera vez en su vida que conocía a una mujer tan hermosa que lo hiciera enojar con unas simples palabras. Por lo general mantenía en línea sus sentimientos, pero ella acababa de sacarlo de quicio con tanta facilidad que le intrigaba. Le intrigaba tanto que deseaba poder volver a verla en algún futuro.
Incluso si sabia que eso sería totalmente imposible, quería volver a verla.
Camila se llevó ambas manos al rostro tras suspirar con fuerza. Toda esa mañana estaba siendo de locos, estaba preocupada porque tenía que ir al médico y lo pero era que ni siquiera sabía porque se estaba sintiendo mal últimamente. Hace unos meses la habían tenido que operar de emergencia por culpa de una costilla rota que había recibido gracias a Harry y todo había sido porque había decidido tratar de imitarlo en un brinco mortal aunque en realidad había sido una apuesta que claramente había perdido. Pero en esos momentos era el estómago lo que le dolía y temía que por culpa de la comida chatarra tuviera que ser operada nuevamente
Camila se había puesto de acuerdo con Julio para poder visitar los edificios que él se encontraba vendiendo en esos momentos. Desde que habían platicado sobre la ilusión que tenía ella para poder construir su restaurante desde cero; él le había dicho que la ayudaría.Estaba totalmente segura de que poder construir su restaurante iba a hacer realmente difícil, pero si tenía la ayuda de Julio para poder conseguir el edificio pues entonces podría hacer que las cosas fueran más sencillas porque realmente conseguir un lugar para iniciar un negocio en esa ciudad era realmente complicado y gracias a él las cosas serían mucho más sencillas.Estaba totalmente consiente que el edificio seguía en construcción, pero era mucho mejor tener su lugar ya establecido mucho antes de que ese lugar se terminara de construir porque una vez que estuviera construido con seguridad los lugares se llenarían rápidamente, además de que Julio le había dicho que él únicamente estaría vendiendo esos lugares mientras
Harry suspiró con fuerza cuando escuchó a sus enfermeras hablar nuevamente del hombre que lo había estado buscando para poder venderle unos cuantos edificios en construcción. Llevaba días sintiéndose realmente presionado por culpa de los vendedores. Tanto que ya había llegado a la conclusión de que tendría que comprar uno para poder quitárselo de encima. Desde que había llegado de Rusia, sus días habían estado realmente ocupados con el hospital y con su vida personal. Había comenzado a preparar sus cosas para finalmente ir a buscar a Camila y que ese hombre estuviera presionando no lo ayudaba mucho a poder preparar sus cosas.Entendía totalmente que ese hombre necesitaba vender para poder ganar una cierta comisión de ese edificio y de esa manera poder ganar algo de dinero. Lo entendía totalmente, pero al mismo tiempo le molestaba el hecho de que estuviera haciendo presionado por comprar algo que realmente no estaba seguro de tener que comprar. No estaba realmente seguro de qué benefi
Frente a ella se encontraba una gran pizza de peperoni recién salida del horno que realmente no estuviera cenando si Julio no la hubiera invitado. Estaba realmente sorprendida porque sentía que al lado de Julio se sentía bastante cómoda y que gracias a ello podria entablar una buena amistad. Ambos vivían en el mismo edificio, eran jóvenes y por eso podrían comenzar a llevarse bastante bien. Obviamente por lo que habia sucedido, ella no estaba buscando ninguna clase de relación romántica. No estaba buscando ninguna relación que estuviera fuera de la amistad así que realmente agradecía que él no pareciera estar buscando algo más.Realmente lo único que Camila estaba buscando en esos momentos era tener un amigo que pudiera estar para ella y que ella también pudiera estar para él. Nunca había imaginado que hubiera una posibilidad de qué ella pudiera conseguir un amigo hombre después de lo que había sucedido con Santiago. Creía que posiblemente lo único que iba a terminar conociendo después
Camila ni siquiera sabía cómo es que había terminado en en esa situación. Debajo de la lluvia con su vecino que acababa de conocer formalmente hace unas cuantas horas. Él le había invitado a ir. A comer a un lugar totalmente famoso en la situación que se encontraban, a ella le parecía realmente que la situación estaba ligeramente de mal en peor porque la tormenta el trufa comenzaba a tomar mucha más fuerza que antes. Él estaba seguro de una sola cosa y ese era hacer todo lo que estuviera en sus manos para conseguir que ella se mantuviera sonriendo
Una gran sonrisa se escapó del rostro de Camila cuando salió de la tienda con todas las cosas que necesitaba para poder decorar su departamento nuevo. Había encontrado unas buenas ofertas en las tiendas que su vecino le había recomendado y gracias a ello había conseguido comprar cosas que no había pensado que podría comprar en esos momentos. Sino dentro de muchos meses hasta que comenzara a ganar buenas cantidades de dinero. Había conseguido una buena cama que sería entregada dentro de unos días y había conseguido comprarse una cafetera que realmente le hacía mucha ilusión. Por un momento realmente había creído que las cosas estaban mejorando poco a poco para ella, que ya no tenía que andar por ahí con miedo que Santiago le saliera de algún lugar. El ambiente y las vibras que tenia la ciudad se Nueva York realmente le encantaba la hacía sentir libre y mientras caminaba con sus grandes bolsas de compras. Se prometía a su misma que viviría de esa manera por siempre.
Último capítulo