Hola! Lamento la tardanza, ésta semana estaré actualizando varios capítulos, espero que estén disfrutando tanto como yo^^ ¿Desde donde nos leen?
Cuatro sombras pasaron velozmente, eliminando la franja de luz que se filtraba. Contuve la respiración. De repente podía sentir hasta el más mínimo movimiento de Costas, sus dedos sobre mis hombros, su respiración profunda y sus mechones de cabello, haciendome cosquillas en el rostro. De alguna forma era atractiva esa sensación de adrenalina y peligro, tan fuerte como el impulso de empujarlo y salir corriendo.Sin quererlo levanté la mirada solo un poco, detallando su rostro, miraba a la nada pero no tardó en clavar sus ojos en los míos. Me paralicé pero no aparté la mirada, su rostro aunque era fiero y aterrador, estaba acelerando mi corazón, haciéndolo palpitar con fuerza. Era atractivo.Intenté dar un paso atrás para recobrar el aire pero las repisas de un estante con utensilios de limpieza me lo impedía, clavándose en mi espalda. Su rostro se aproximó bruscamente obligándome a mirar a la nada.-Dije que no te movieras- habló entre dientes, haciendo más firme el agarre sobre mis
El brillante suelo de mármol sin duda abrumaba. No entendía como aún siendo casas idénticas por fuera, sus estructuras internas eran tan diferentes. Mientras la casa de Costas era sobria y algo rústica, la de este chico parecía un palacio romano, con columnas sosteniendo de manera elegante una segunda planta. A parte de eso, la frialdad y sensación de abandono en el aire, así como la alberca, eran exactamente iguales a los de la casa de Costas.Hacía un rato el muchacho había desaparecido sin más por uno de los corredores. Me abracé a mí misma tratando de conseguir algo de calor e intentando no temblar, pero el frío calando en mis huesos lo hacía imposible.- Matteo- miré al frente de golpe, el muchacho estaba extendiéndome una toalla- Me llamo Matteo - alterné la mirada entre la toalla y él, confundida. Finalmente pude reaccionar para extender la mano pero la toalla se había alejado con rapidez, como si le hubiera desagradado la idea de secarme. No tardó en caer sobre mis hombros su
El reloj del microondas marcaba las 11:40 de la noche, subí mis piernas a la silla y las abracé contra mi pecho mientras observaba la pasta que había servido, ya fría. Costas no había vuelto y por alguna razón me sentía nerviosa. Me levanté finalmente cuando dieron las doce y apagué las luces de la casa, dejando solo la de la cocina encendida. Clavé la mirada en la puerta a la espera. Él debía volver, debía estar en casa... Los rayos del sol golpearon mi rostro y aunque intenté volver a dormir,el sueño ya se había ido. Bufé y me levanté de mala gana,fulminando al sol mientras que me dirigía a las escaleras. Froté mis ojos con pereza pero al instante en que toqué la manilla de la puerta me detuve. Golpeé un par de veces pero no recibí respuesta del otro lado, así que abrí más aliviada pero volví a detenerme, como si mis pies se hubieran pegado al suelo, me volteé y miré la cama de Costas.Estaba perfectamente tendida. Él no había vuelto. Suspiré y entré al baño arrastrando los
- Espera...- Desde su altura, me miraba a los ojos atentamente, inmóvil, con su cabeza ligeramente inclinada, como un perro curioso. Lo detallé por un momento. Su cabello estaba peinado hacia atrás de forma prolija y en general, tenía una apariencia elegante pero peligrosa, de alguna forma. Lo que parecía ser parte de un tatuaje, se dejaba entrever por su cuello y descendía, perdiéndose en el inicio de su abrigo negro. - ¿Cómo sabes mi nombre?- logré articular, pero él no respondió, sólo siguió caminando. Aún no entendía como había terminado siguiéndolo, una parte de mí no me permitía detenerme y alejarme, pero otra parte sabía que algo malo pasaría. Podía sentirlo. - No puedes salir sola tan tarde, es peligroso ¿lo sabes?- Tragué saliva sin responder, clavando las uñas en las mangas de mi suéter. - ¿Quién eres?- No respondió. Llevábamos algunos minutos andando y parecía que caminabamos en círculos, aunque sabía que era el efecto que causaban la similitud de las calles. Comen
- Debiste dejarme llamar a emergencias...- murmuré jugando con mis manos por debajo de la mesa. - No fue tan grave- me respondió tranquilamente sin dejar de teclear en su teléfono- Además, nadie ajeno a este lugar puede entrar. -¿Por qué?- pregunté con cautela, él apartó la mirada del celular y me observó en silencio por un segundo, antes de volver a concentrarse en su teléfono. -Por cierto, hiciste un buen trabajo con mi herida, gracias- Los recuerdos volvieron a mi mente, incomodándome. -Eso...de nada... -La próxima vez que vayas a curarme, no te quedes mirándome, es incómodo- mi mirada se precipitó hasta él. -No estaba mirándote- respondí rápidamente, sentiendo un hormigueo en mis mejillas. -No todo el tiempo estuve inconsciente, niña - su sonrisa relampagueó brillante, sin dejar de mirar su celular. -¡No te miraba! -No me malinterpretes, está bien si una chica me mira, pero...- Se irguió y señaló su torso marcado, obligandome a apartar la mirada- Esto es contenido adulto-
Sus tacones retumbaron en toda la casa mientras se dirigía a la cocina - ¿Y Costas?- preguntó mirando a su alrededor. - No lo sé...- logré balbucear, incapaz de moverme de mi lugar. - Niña, no tienes que actuar como idiota frente a mí- masculló mirándome fijamente, descolocandome. Dejó las bolsas sobre el comedor y luego de tomar un vaso de agua se dirigió a la alberca -Hablemos afuera- soltó con dulzura, revolviendo mi estómago. No muy segura, la seguí. Me tensé al verla junto a la piscina pero me negué a revelarle mi miedo. El día estaba soleado, el cielo muy azul y había una brisa paseándose por ahí, sin embargo, ella y sus labios rojos como la sangre, le daban al escenario un mal presentimiento. No me sentía segura. -Sabes, Costas estuvo muy preocupado esa noche, en la que saliste corriendo. No entendí por qué de pronto estaba tan determinado a encontrarte- bebió un sorbo de agua. No podía creerlo. - Es por eso que quiero que te mantengas alejada de él. No les des motivos p
Sus tacones retumbaron en toda la casa mientras se dirigía a la cocina - ¿Y Costas?- preguntó mirando a su alrededor. - No lo sé...- logré balbucear, incapaz de moverme de mi lugar. - Niña, no tienes que actuar como idiota frente a mí- masculló mirándome fijamente, descolocandome. Dejó las bolsas sobre el comedor y luego de tomar un vaso de agua se dirigió a la alberca -Hablemos afuera- soltó con dulzura, revolviendo mi estómago. No muy segura, la seguí. Me tensé al verla junto a la piscina pero me negué a revelarle mi miedo. El día estaba soleado, el cielo muy azul y había una brisa paseándose por ahí, sin embargo, ella y sus labios rojos como la sangre, le daban al escenario un mal presentimiento. No me sentía segura. -Sabes, Costas estuvo muy preocupado esa noche, en la que saliste corriendo. No entendí por qué de pronto estaba tan determinado a encontrarte- bebió un sorbo de agua. No podía creerlo. - Es por eso que quiero que te mantengas alejada de él. No les des motivos p
Costas se dirigió a la segunda planta a grandes zancadas, dejándome en la entrada. Luca se aproximó rápidamente pero se detuvo con brusquedad, como si se hubiera recordado a sí mismo mantener la distancia suficiente entre ambos.-¿Estás bien?- asentí sin atreverme a seguir mirándolo si quiera. Sus brazos me atrajeron hacia él, abrazándome con fuerza- No vuelvas a hacer algo así de nuevo, por favor - Cerré los ojos, abatida y débil.-Lo siento...de verdad - Murmuré dirigiéndome a Bruno también, detrás de Luca. Solo me sostuvo la mirada y asintió levemente.-No importa...-musitó separándose para dedicarme una pequeña sonrisa. Volteó con dirección a las escaleras y suspiró antes de volver a encararme - debes descansar, ha sido un día largo, te veré mañana - Tensé mis labios en un intento de sonrisa y acompañé a ambos hasta la salida.- Luca....- apenas me escuché pero él se giró de inmediato - Disculpa, por preocuparte así, no volverá a ocurrir...- una leve sonrisa se dibujó en sus labi