Ella
En la oscuridad de la habitación trasera, Reina nos manda a desnudarnos y luego nos da dos túnicas ásperas que nos ponemos sobre la cabeza, apenas más que unos sacos de papa blanqueados con un cuello suelto y mangas largas.
"¿Esto es parte de la ceremonia?", pregunto, curiosa y con desagrado al sentir la tela sobre mi piel. Honestamente si me dieran a escoger preferiría llevar los leotardos y la camisa sencilla con los que llegué.
"No", Reina responde, mirándome fijamente, sin un